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Los restos del producto derramado siguen en la arena. (Foto: Kevin Arteaga González)

Doris Aponte ha vivido toda su vida frente al mar. Primero junto a sus padres y ahora también con sus hijos. Todos en su familia se dedican a la pesca, incluyéndola. Su bronceada y arrugada piel respalda la sabiduría que le han dejado las largas faenas en busca del sustento diario, que por lo general comienzan antes del amanecer y terminan cuando el sol está por ocultarse.

Su mirada se pierde en el vaivén de las olas. También delata la preocupación e incertidumbre que desde hace más de tres meses la acompañan. A sus 51 años y viviendo desde siempre en la playa adyacente a la Refinería El Palito (REP) en Puerto Cabello, Carabobo, nunca antes se había sentido tan afectada por las fugas de hidrocarburo y otros derivados procedentes del complejo de refinación.

La playa ya no es la misma. Muchas cosas cambiaron producto de los derrames y ella lo sabe bien porque padece las consecuencias de cada uno de esos cambios. En la orilla el agua ya no es cristalina, sino marrón, tornasolada  y aceitosa. La arena está marcada por vetas negras correspondientes a los restos de los productos derramados. Además, hay un penetrante olor a combustible que difícilmente pasa desapercibido.

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Los lugareños aseguran que el fuerte olor que emana la playa es parecido al gasoil. (Foto: Kevin Arteaga González)

Desde mediados de agosto Doris comenzó a sacar cada vez menos peces, hasta no lograr pescar ni uno. “Los pescados se fueron. Llevo días intentando pescar y no hay”, aseguró. Como la mayoría de los pescadores de la playa El Palito, adyacente a la refinería, ella se dedica a la pesca artesanal de orilla, lo que implica que no usa una lancha ni se va a mar abierto. Depende exclusivamente de los peces que se acercan a la orilla y pican su anzuelo.

Los peces no solo han disminuido en cantidad, sino también en variedad de especies. Antes, Doris y sus compañeros lograban pescar lisa, lebranche, zapatero, jurel, mojarra, carite, pargo, parguito, entre otros, pero poco a poco han ido desapareciendo de El Palito. “Por el derrame no se consigue nada en orilla”, expuso. Algunos, desesperados, han optado por usar lanchas alquiladas o prestadas para probar suerte mar adentro.

“Hemos tenido que hacer de todo un poco. Te lo digo por experiencia propia que me tuve que poner a trabajar limpiando eso (los restos de hidrocarburo) para poder subsistir”, confesó la pescadora. “Esta playa no era así, era muy limpia. Para acá venía mucha gente a bañarse, se llenaba y ahora no viene nadie. Mientras haya ese derrame, nosotros somos los perjudicados”.

Juan Carlos Hernández tiene 30 años como pescador en El Palito. Prácticamente toda su vida dedicado a un único oficio. “Estos derrames han afectado mucho a la pesca porque el petróleo contamina”, dijo al detallar que las fugas de la REP además de impactar en la cantidad y variedad de peces que pueden pescar, también dañan sus insumos de trabajo.

“El petróleo daña las embarcaciones, las pone pesadas. Pdvsa no le da nada a uno, ni siquiera para limpiarlas. Mira como está esta lancha cubierta de negro y Pdvsa ni pendiente”, sostuvo Juan Carlos. Su embarcación sin motor, porque como a muchos otros pescadores se lo robaron, no le permite alejarse demasiado de la orilla. Sin embargo, ha tenido más suerte que Doris, porque sí ha logrado pescar, aunque poco.

Con nostalgia, Juan Carlos recuerda aquellos días en los que junto a sus ayudantes pescaba suficiente jurel como para llenar cinco cavas.

Impacto ambiental y socioeconómico

Para el oceanógrafo José Ramón Delgado, director de la fundación ambientalista Caribe Sur, cualquier derrame de hidrocarburo en el mar u otro cuerpo de agua es terrible, ya que cambia las condiciones físicas del medio y afecta principalmente la respiración de los organismos vivos que se encuentran en ese ecosistema afectado.

“En la medida en que una mancha de petróleo va recorriendo una distancia en el mar, comienza a hacer una interacción con el medio marino y esto hace que parte de esa sustancia precipite y caiga al fondo, donde existe otro tipo de interacción con la biota y los sedimentos de allí, generando otros efectos biológicos y también socioeconómicos”, explicó Delgado durante la transmisión de El Carabobeño en Vivo de este lunes 26 de octubre.

En el caso de El Palito, puntualizó, los peces ya no se acercan a la orilla porque se ahuyentan con las manchas de petróleo, por ser un elemento invasivo de acuerdo a sus características físicas y químicas.

El especialista lamentó que la industria petrolera venezolana no haya actuado para contener los derrames ocurridos en al menos tres de sus refinerías, a pesar de contar con un Plan Nacional de Contingencia (PNC) que en el pasado “fue probado en muchas oportunidades” y además está diseñado para limpiar entre 10 mil y 14 mil barriles de petróleo.

 

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Derrames petroleros y situación del Nabarima

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Los comerciantes y prestadores de servicio también están golpeados. Esperaban con ansias el anuncio por parte del gobierno sobre la reapertura de las playas, que desde marzo estaban cerradas por restricciones propias de la pandemia de COVID-19. Pero el anuncio llegó cuando El Palito está en su peor momento a causa del hidrocarburo derramado.

A pesar del evidente impacto de los derrames que todavía persiste en la playa, la Gobernación de Carabobo ni la Alcaldía de Puerto Cabello han cerrado el balneario. Son pocos los turistas que se atreven a entrar al agua en esas condiciones, pero la mayoría de los habitantes de El Palito todavía se bañan allí.

“Ellos (las autoridades) lo que hacen es mandar a una cuadrilla para rastillar la orilla, quitar lo negro y listo. De nada sirve que hagan eso aquí en la playa si ellos no solucionan allá (en la refinería)”, sentenció Nuria Bercán, prestadora de servicios y habitante de El Palito. “Cuando los niños se meten a la playa, salen manchados de negro. Eso afecta a ellos y a toda la comunidad”.

Derrame de gran magnitud 

Entre el 19 y 22 de julio se registró un derrame de aproximadamente 20 mil barriles de hidrocarburo, luego de que se rebosaran las lagunas de oxidación de la REP, en donde son almacenados todos los desechos que derivan de la producción de combustible. Aunque la mayor parte de la mancha se quedó pegada en la orilla de la playa El Palito, una gran pluma se desplazó hacia el Golfo Triste y el Parque Nacional Morrocoy, en Falcón.

Así lo evidencian fotografías satelitales y de radar publicadas por el biólogo Eduardo Klein, director del Laboratorio de Sensores Remotos de la Universidad Simón Bolívar (USB), cuyos hallazgos son tan reveladores como alarmantes: a pesar de que el derrame estuvo contenido durante al menos cinco días muy cerca de la refinería, Pdvsa no hizo nada para evitar que avanzara hacia los frágiles ecosistemas de las costas falconianas.

Para el 26 de julio la mancha todavía permanecía en la costa de Carabobo. En una imagen satelital de ese día se puede observar claramente lo que Klein denominó como “Lengua de la Muerte”, por la forma que adquirió. La tecnología del Laboratorio de Sensores Remotos de la USB le permitió establecer su longitud: 27 kilómetros aproximadamente, casi tan grande como el lago de Valencia, que tiene 30 kilómetros de longitud.

«Lengua de la Muerte», mancha de hidrocarburo todavía pegada a la REP el 26 de julio. (Fotografía satelital cortesía: Eduardo Klein, USB)

No hubo labores de prevención y contención del derrame por parte de Pdvsa. Al no realizarse, este hidrocarburo se extendió hasta la costa de Falcón, afectando el Parque Nacional Morrocoy, manglares, vida marina y el ecosistema en general”, denunció la presidenta de la Comisión de Ambiente de la Asamblea Nacional (AN), María Gabriela Hernández.

Refinería en terapia intensiva 

La REP, con capacidad instalada para procesar 140 mil barriles diarios de petróleo, estuvo inoperativa desde 2017 debido a falta de mantenimiento, inversión y  una gerencia deficiente. Fue a mediados de abril de este año cuando Pdvsa logró reactivar parcialmente sus operaciones a través de la instalación de repuestos de otras refinerías, una maniobra calificada por sindicalistas y expertos petroleros como mala praxis.

Actualmente la refinería se encuentra paralizada desde el 9 de octubre debido a una falla operativa. En siete meses, el camino hacia la producción de combustible en El Palito ha tenido más tropiezos que éxitos. El profundo deterioro de sus instalaciones y plantas ha impedido que los trabajadores puedan procesar de forma continua más de 20 mil barriles diarios, lo que representa 14% de la capacidad instalada.

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La diputada Hernández encontró en su visita a la playa El Palito varios elementos de la flora y fauna cubiertos de petróleo. (Foto: Kevin Arteaga González)

Según la diputada de la AN por Carabobo, Deyalitza Aray, luego del derrame de gran magnitud ocurrido en julio, las fugas no han cesado y el complejo de refinación continúa expulsando hidrocarburos y otros desechos hacia el mar. A su juicio, la refinería que antes era sustento los habitantes de El Palito, ahora es un instrumento de daño ambiental y económico.

“Los trabajadores de Pdvsa no pueden  dar respuestas operativas porque no tienen inversión, no tienen mantenimiento”, advirtió Aray. “Cada vez que intentan arrancar la refinería se revienta una tubería, las turbinas, se desbordan las lagunas de oxidación, porque sencillamente lo que no han atendido durante más de 20 años, quieren ahora forzarlo a producir para impedir una explosión social  por falta de combustible”.

La diputada Hernández, quien presidente la Comisión de Ambiente de la AN, recientemente visitó la playa El Palito para constatar la situación. Informó que tras realizar un recorrido y conversar con los habitantes de la zona, se encontró con que las manchas de hidrocarburo, cuyo origen probablemente sea la laguna de oxidación, continúan llegando al balneario cercano a la refinería.

La parlamentaria aseveró que desde que se encendieron las alarmas en torno a los derrames de la REP, la comisión que representa notificó al Instituto Nacional de Espacios Acuáticos (INEA), al Ministerio Público (MP) y a las gobernaciones de Carabobo y Falcón, pero no obtuvo respuesta de ninguna de esas instituciones.

Con niveles mínimos de producción de petróleo y combustible, hoy Pdvsa representa una gran paradoja: contamina más de lo que produce. Las refinerías de Puerto La Cruz, El Palito, Amuay y Cardón están paralizadas. En el caso de las últimas dos, tienen varias semanas derramando hidrocarburo de forma continua. Según imágenes satelitales del 27 de octubre, en cada una se evidencian machas de aproximadamente ocho kilómetros de largo.

Mientras la estatal petrolera, el Ministerio de Ecosocialismo y el resto de las instituciones del gobierno de Nicolás Maduro permanecen en silencio, los pescadores y habitantes de El Palito, como Doris, Juan Carlos y Nuria, continúan viviendo en carne propia la destrucción de la playa que para ellos representa todo.

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Playa El Palito. (Foto: Kevin Arteaga González)



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