El 24 de julio de 1823 se libró la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, que enfrentó a las escuadras del Almirante José Prudencio Padilla y las del Comandante Español Laborde, quien tras un intenso combate y ante el ímpetu y valentía de los patriotas criollos, tuvo que capitular y emprender la retirada. En homenaje a esta importante gesta libertadora, se celebra el 24 de julio el día de la Armada Venezolana y también el de la Armada Colombiana.
Luego de tres encuentros parciales con la escuadra española, la escuadra republicana se apostó en el puerto de Moporo, donde pasó la primera quincena de julio sin actividades de mayor importancia hasta el 17 de julio en que el comandante Labordex envió a Padilla una intimación que éste rechazó, por lo que los días subsiguientes transcurrieron en febril actividad bélica, en el que ambos comandantes se mantuvieron acondicionando sus buques, concentrando provisiones y adiestrando sus tripulaciones con miras al combate.
En la tarde del 23 de julio la escuadra realista se dirigió a la costa occidental del lago en las inmediaciones de Capitán Chico y fondeó entre este sitio y Bella Vista, al norte de Maracaibo. Quedando en línea de combate, pero la republicana permaneció en la vela hasta el anochecer que fue a dar fondo en Los Puertos de Altagracia, quedando todos los buques en una línea paralela a la costa oriental, avanzando las fuerzas sutiles hasta Punta de Piedra.
Al amanecer del 24 de julio los comandantes de los buques republicanos fueron llamados al bergantín Independiente, donde el Almirante Padilla dio las últimas instrucciones para el combate, efectuando algunos cambios y no satisfecho aún, a las 10:30; pasó personalmente a bordo de toda la escuadra, con el objeto de arengar a sus dotaciones y animarlas de un modo eficaz para que, llegado el momento del ataque, lo hicieran con la mayor intrepidez y entusiasmo.
Como consecuencia del ataque patriota, fueron destruidos muchos buques realistas y capturados otros. Los realistas en la más angustiosa situación picaron los cables y trataron de escapar haciéndose a la vela; pero fracasaron en su intento, pues sus buques mayores fueron hechos prisioneros. La mayor parte de la tripulación del San Carlos se arrojó al agua e igual suerte corrió la de los otros buques, excepto la del bergantín-goleta Esperanza, que fue destruida por una explosión. Sólo tres goletas escaparon al abrigo del castillo San Carlos.
Esta victoria marcó definitivamente la independencia venezolana del yugo español.



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