Siempre me ha parecido tonto, además de presumido, salir a la carrera a perifonear que lo acontecido ya él lo había predicho con destreza de hechicero, o invocador de espíritu. Ello tiene la impronta de lo superficial que no se toman la tarea de hurgar en los meandros de las complicaciones.

Sin embargo, refiriéndome al acuerdo del sábado pasado entre el gobierno y la MUD, de allí pues resultó un profundo malestar en un amplio sector de la oposición, incluso en aquellos con militancia política que de inmediato dejaron sentir su contrariedad.

Pero hay elementos que animan a seguir en este embrollo que significa enfrentar un gobierno dictatorial, armado, sin escrúpulos, de una glorificada cultura sobre la muerte, y con desviaciones frecuentes en negociaciones oscuras, mejor dicho, muy blancas. Estos delitos, por cierto, les colocan frente a un porvenir a perpetuidad detrás de unas rejas y un enorme candado.

El inmenso rechazo popular al gobierno de Maduro y su pandilla lo ubican en el fondo. A pesar, además, que la última encuesta de la empresa Datincorp, el 68,26% de los encuestados afirmaron desconfiar del diálogo con el chavismo; mientras que el 25.29% aseveró lo contrario. Asunto que se puso de manifiesto en los medios de comunicación y redes sociales donde tan solo se oyeron y leyeron críticas contra la Mesa de la Unidad Democrática, en algunos casos excesivos.

De los grandes errores de algunos dirigentes de la MUD son las inconsistencias en las estrategias

Piensan algunos que cañoneando a la MUD, o creando otro organismo en  sustitución, pongamos por caso, “Mesa Negro Primero”, antes fue la Coordinadora Democrática, el gobierno está caído. No, no es verdad. Afortunadamente todos están de acuerdo, con honrosas excepciones, que el diálogo es importante y que la presión de calle también lo es, pero no terminan de llegar a un acuerdo sin reservas mañosas y esto trae estas perturbaciones.

De los grandes errores de algunos dirigentes de la MUD son las inconsistencias en las estrategias; las  marchas y contramarchas; testimonios y condenas sin certezas; la falta de comunicación oportuna, en fin, estos errores ha complicado y amplificado la situación.

Pero el mundo no se ha acabado por lo acontecido la semana pasada. Fundamental es por sobre todas las cosas preservar la Unidad, sin Unidad poco valdrán los aciertos. Ello no implica que haya que ponerle un tapaboca a  aquellos que tengan algo que decir en función de subsanar los errores que permitan la recuperación del país.

 




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