Para los habitantes de la urbanización Palma Sola en la parroquia Rafael Urdaneta de Valencia, la calidad de vida no existe. Desbordamiento de aguas servidas, ausencia de transporte público, falta de alumbrado e inseguridad son algunos problemas que enfrentan a diario más de 250 familias.
Alida Presilla vive agobiada y desesperada. Sus días transcurren en limpiar una y otra vez las aguas negras que se desbordan por las pocetas o cualquier albañal de su vivienda. No está sola, sus fieles acompañantes son la cantidad de moscas y zancudos más el olor fétido.
El problema no es nuevo, hace más de cuatro años los vecinos conviven entre aguas cloacales. Pero desde hace seis meses el colapso del sistema de drenaje se agudizó debido a la falta de mantenimiento. Desde entonces, cada día de Alida parece ser igual al anterior.
«La canal está llena y no corre el agua como tiene que correr. No podemos bajar las pocetas, el agua hedionda se me desborda y se me llena toda la casa de esa agua».
Aura Arcila no recuerda cuándo fue la última vez que el personal de la Hidrológica del Centro (Hidrocentro) o cuadrillas de la alcaldía de Valencia limpiaron la red.
Escombros, ramas y monte obstaculizan el paso, lo que provoca que el nivel de agua crezca cada día más en la canal y se desborde con la llegada de las lluvias.
Arcila está preocupada e inquieta. Teme revivir las escenas de años anteriores dónde la canal se desbordó y el agua contaminada llegó a las puertas de las viviendas. «Cuando llueve fuerte se nos inunda todo, el suelo queda todo verde y contaminado. Me da miedo que baje toda el agua y se inunde Palma Sola. «Aquí sobrevivimos como podemos».
Un largo camino
Lety Escobar ya no tiene zapatos para caminar y tampoco tiene dinero para reponerlos. La suela se desgastó por la caminata de casi ocho kilómetros que tiene que hacer desde su vivienda en Palma Sola hasta las inmediaciones del centro comercial Alboral en Flor Amarillo para tomar un autobús que la lleve a su destino.
Desde hace más de un año los vecinos no han visto una camioneta de pasajeros en la zona. «Nos dicen que estamos muy lejos, que no hay casi habitantes».
Así como Lety, los habitantes que trabajan en otros municipios deben caminar casi cuatro kilómetros ida y vuelta hasta la parada de autobús más cercana, desafiando la inseguridad.
En el trayecto el monte es de casi dos metros, el patrullaje policial no existe y no hay alumbrado público. Cada vez que los vecinos tienen que salir a trabajar, ir al médico o hacer mercado, pasan todo el camino pidiendo protección divina.
Piscina de aguas blancas
Antes de llegar a la urbanización Palma Sola, en la avenida principal Los Tacarigua, un gran bote de aguas blancas es lo que recibe a los vecinos. Como si se tratase de una piscina, las personas se bañan ahí.
Son miles de litros que se desperdician desde hace más de un año sin que las autoridades resuelvan el problema.
Juan Mogollón perdió la cuenta de los documentos petitorios que han consignado en la alcaldía de Valencia e Hidrocentro sin obtener una respuesta efectiva.
El agua que se bota sin cesar provoca deterioro en la capa asfáltica, lo que ha ocasionado que los pocos vehículos que transitan por esa calle sufran desperfectos.
«Como no tenemos transporte, algunos carros nos dan la cola pero ahora casi ni pasan por el hueco que hay. Es triste, es como si nosotros no existimos, vivimos a la deriva», expresó Marina Pérez.
Los habitantes de Palma Sola no recuerdan cuándo dejaron de vivir para empezar a sobrevivir. El llamado fue el mismo: exigen a las autoridades que atiendan las problemáticas de la comunidad.
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