Un vehículo del Servicio Secreto permanece frente al edificio de la Embajada de venezuela mientras activistas que se llaman a sí mismos Colectivo de Protección Civil de la Embajada. EFE

Los últimos diplomáticos en Washington fieles al presidente venezolano, Nicolás Maduro, abandonaron este miércoles la embajada de ese país en la capital estadounidense, pero en su interior quedan un centenar de chavistas erigidos en «colectivo» que la defienden de los enviados del líder opositor Juan Guaidó.

Por su fachada, la embajada tiene un aspecto más parecido al de una casa okupa que al de un edificio diplomático, con enormes pancartas hechas a mano que cuelgan del tejado y que rezan «no a la guerra por petróleo», «stop al golpe», «paz» o «no a las sanciones letales».

Otra, con la característica mirada del fallecido presidente Hugo Chávez, observa a los agentes del Servicio Secreto de EE.UU. que hacen guardia en el exterior del edificio, ubicado en el acomodado barrio de Georgetown, y que no quisieron comentar a Efe el propósito de su misión.

El Gobierno de Donald Trump había puesto el día de hoy como fecha límite a los diplomáticos de Maduro para que se fueran, pero antes de hacerlo y conocedores de las intenciones de los enviados de Guaidó -reconocido por más de 50 países como presidente interino- de tomar el control de la embajada con el apoyo de EE.UU., ofrecieron las llaves del edificio a un grupo de chavistas locales.

El denominado «colectivo de protección de la embajada», que desde hace semanas duerme en la legación, hizo hoy un llamado a las personas que simpatizan con su causa para llenar esta noche y el día de mañana el edificio y defenderlo así de una posible toma o desalojo, al que respondieron un centenar de personas.

Desde el interior de la embajada, Linda Helland explicó a Efe que se tomó una semana de vacaciones y viajó a Washington desde San Francisco (California) para prevenir «una toma ilegal de la embajada y sobre todo prevenir un golpe ilegal contra el Gobierno electo de Venezuela«.

«Esto se parece al inicio de septiembre de 1973, justo antes del golpe patrocinado por Estados Unidos en Chile (contra Salvador Allende) que llevó a una masacre, solo que entonces tenía cinco años y no pude hacer nada», dijo Helland.

A los allí reunidos los recibió el viceministro de Venezuela para América del Norte, Carlos Ron, que grabó un vídeo para la ocasión en el que lamentó no poder acompañarlos en Washington pero les animó a permanecer durante muchos días en la embajada.

Sí estuvo una de las abogadas del «colectivo de protección», Mara Verheyden-Hilliard, que trató de tranquilizar a los asistentes citando el derecho internacional ante los rumores que circulan de que las autoridades estadounidenses desalojaran el edificio y arrestaran a los que se resistan.

«Todo el mundo que está aquí, está aquí legalmente invitado por las personas legalmente a cargo de este edificio, propiedad del Gobierno de Venezuela«, dijo Verheyden-Hilliard, que también amenazó con interponer demandas contra cualquier agente que «ordene o ejecute desalojos o arrestos ilegales».

En la embajada, los activistas pro-Maduro compartían obsequios que los diplomáticos habían dejado antes de irse, como discos de música venezolana, libros, carteles de Chávez, pines conmemorativos del bicentenario de la independencia o figuras del libertador Simón Bolívar.

Rodeada de cuadros de Chávez que cuelgan de las paredes, Margaret Flowers, una de las activistas, explicó a Efe que está preparada para resistir: «No nos vamos, si nos dicen que nos vayamos, no nos vamos».

A mediados de marzo, el enviado de Guaidó en Washington, Carlos Vecchio, reconocido por el Gobierno de Donald Trump como legítimo embajador de Venezuela en EE.UU., hizo públicas sus intenciones de hacerse con el control de la embajada en las «próximas semanas».

Lo hizo después de ocupar con el visto bueno de Estados Unidos tres edificios diplomáticos venezolanos: dos agregadurías militares en Washington y el consulado en Nueva York.

«Vecchio no podría tomarse ni un McDonald’s sin Trump», bromeó hoy Medea Benjamin, una de las promotoras de la protesta, quien afirmó que los ojos de un «Chávez sonriente» están puestos esta noche sobre la embajada.

Los chavistas del «colectivo de protección» no saben si realmente las autoridades los desalojaran o si Vecchio tratará de tomar el control del edificio en las próximas horas, pero sí son conscientes que cualquier escenario es posible a partir de la medianoche. EFE




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