Insulina (Foto referencial)

Nixon Vale, un apasionado de la música y profesor universitario, se ha visto en la obligación de vender poco a poco sus pertenencias más apreciadas, entre ellas, su colección de instrumento, para lograr completar el dinero suficiente y pagar los tratamientos de su madre y su esposa, quienes son pacientes con diabetes e insulinodependientes.

Su colección de 17 instrumentos se redujo a sólo tres, pero no solo ha tenido que vender sus posesiones musicales, sino también de prendas, oro, metales valiosos y hasta equipos electrónicos, reseñó Efecto Cocuyo. 

«He ido vendiendo cosas poco a poco para sortear esta situación. Mis instrumentos, oro, prendas. Lo que yo gano no alcanza para comprar la insulina que utiliza mi mamá, pero he tratado de vender lo posible para que ella no se quede sin sus medicinas», lamenta Vale, quien también padece de diabetes tipo II y debe conseguir sus propios medicamentos.

La inflación, una atadura de manos

Nixon Vale solía comprar la caja de insulina, que necesita su madre, en 29 bolívares, ahora está cerca de los tres millones de bolívares, suma que no puede costear con su sueldo de docente universitario.

El costo del tratamiento es inaccesible para la mayoría de los insulinodependientes.

El precio del medicamento es equivalente a más de tres salarios mínimos, según el aumento más reciente del gobierno, que estimula que el salario mínimo integral es de un millón 307 mil 646 bolívares.

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