Es importante empezar definiendo algunos términos con la intención de crear un contexto apropiado para luego hablar un poco de la sexualidad de los adolescentes.
En primer lugar diferenciar los conceptos de sexo y género. Cuando nos referimos al sexo, hablamos de una condición biológica, orgánica que se define desde la concepción, se trata de una serie de características anatómicas, fisiológicas y genéticas, que establece el sexo en los humanos como hombre o mujer.
Al hablar de género se hace referencia a una serie de conductas sociales construidas a través de los antecedentes, las creencias, la cultura y la sociedad. Es un término de ciencias sociales, es el comportamiento que la sociedad espera que se tenga dependiendo de su sexo. El género es masculino o femenino.
La sexualidad se define como el conjunto de fenómenos emocionales y conductuales vinculados al sexo y al placer sexual.
De esta forma podemos decir que la sexualidad está presente desde el nacimiento, lo que ocurre es que en la adolescencia se vive, se expresa y se siente de una manera diferente, debido a la gran cantidad de cambios físicos, fisiológicos, psicológicos y emocionales que se suceden en este periodo de vida tan particular, donde surgen sensaciones de tipo sexual atribuibles a todos estos cambios y a un gran influjo y acción hormonal.
Como todas las situaciones de vida que se suceden en los adolescentes, la sexualidad también es un espacio de vivencias nuevas, que aparece de forma repentina en su existencia y los toma por sorpresa, no solo a ellos sino a los padres también.
Estas nuevas sensaciones los llenan de incertidumbre, desasosiego, miedo y confusión y van de la mano con sus cambios físicos y hormonales.
Al principio (entre los 11 y 13 años) sienten una gran curiosidad por ellos mismos, por conocer su cuerpo y aparece la auto estimulación, las fantasías eróticas, acompañadas de la atracción física. Los amigos tienen en este momento un valor preponderante, comparten ideas, información, deseos y confidencias.
El aspecto físico cobra gran relevancia en ellos, ya que quieren verse agradables y aceptados, buscando cada vez más la aprobación por parte del sexo opuesto. Aparecen los vínculos afectivos y se consolidan las relaciones, bien sea con los amigos o las parejas. Todos estos cambios los llevan a tener un status social diferente, particularmente en la relación con sus padres y semejantes. En este periodo lo que más les importa es conocerse a sí mismos y mostrase.
A media que van avanzando y obtienen mayor información y experiencia (no siempre adecuada, correcta y oportuna), desarrollan deseos mucho más intensos que los llevan a buscar mayor contacto físico. En este momento desarrollan más impulsividad, temeridad y necesidad de tener ya no solo un sueño sexual sino de tener una experiencia sexual propiamente dicha, lo que los hace más vulnerables a exponerse a situaciones de riesgo y a tomar decisiones inadecuadas e irresponsables sin medir las consecuencias ni las repercusiones.
Como padres debemos desarrollar la capacidad de entender a nuestros hijos y de darnos cuenta de el momento y las situaciones por la que están atravesando sus vidas, no convertirnos en un espía sino mas bien en parte de su círculo vital que nos ´permita estar cerca de ellos y así poder nosotros, suminístrales espacios de tranquilidad, con conocimientos realmente acorde a sus necesidades y sus realidades.
Una vez más debemos estar preparados, física, espiritual, psicosocial, emocional e intelectualmente para afrontar este nuevo reto.
