Sara Pacheco
Entre
desidia y olvido se vive en El Triunfo y 13 de septiembre, comunidades de la
parroquia Miguel Peña, divididas por una calle. Vialidad, es el principal dolor
de cabeza para sus habitantes, aguas negras, el segundo. Las calles minadas en
huecos empozan aguas
servidas, cuna de mosquitos y enfermedades que afectan a los residentes sin
distinción de edad, sexo o condición.
La esquina del hogar de Carolina Hernández, ubicada en la calle
67 con Martín Tovar, está adornada por un hueco. Desde hace tres años se
sacrificó un canal de la calle. De hecho hace solo algunos meses atrás, estaba
completamente cerrada. “Ve el montón de cauchos que hay –señala el hueco-,
debajo hay agua empozada que se
transformó en cloaca prácticamente. Eso trae zancudos y enfermedades”.
Carolina narró como hace aproximadamente un año, se utilizó un
tranco para señalizar a los conductores y personas que desconocían la calle, de
esta manera evitar una tragedia. El cuerpo completo del árbol fue tragado, es
una muestra clara de la profundidad manejada, “es un verdadero peligro”.
Intransitable
Al otro lado se encuentra el barrio 13 de septiembre. La calle Branger está completamente destruida, es la
frontera con la comunidad 810. Italo Anaya, detalló que desde hace aproximadamente tres años ha ido
empeorando. “La gobernación asfaltó una vez pero no duró. Es que no es un
problema de asfaltado sino de cloacas. Se ha reparado tres veces pero no
funciona”.
El desplazamiento de autobuses y gandolas influye en su deterioro. “Cuando se
tranca la avenida Boyacá se meten por
acá. Imagínate que hace un mes una gandola pasó casi
volando y se llevó los cables de alta tensión. Pasamos tres semanas sin
energía”.
Vecinos de ambas comunidades exigieron la presencia de algún
ente. Con esperanza aguardan las soluciones.
