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Centenares de suecos celebraron el sábado en Estocolmo, bajo un cálido sol veraniego, la boda del príncipe Carlos Felipe de Suecia y la que fuera estrella de la telerrealidad y modelo, Sofía Hellqvist.

La multitud estalló en vítores cuando el príncipe besó a la novia, antes de montar en un carruaje de caballos que recorrió el centro de la capital sueca, donde cientos de ciudadanos felicitaron a la pareja.

Durante la televisada ceremonia, celebrada en la capilla real, el príncipe tuvo que secarse alguna lágrima rebelde ante la visión de la novia recorriendo el pasillo hasta el altar con el dramático tema «Father in Heaven» de Enya como música nupcial.

Las lágrimas volvieron a sus ojos cuando puso el anillo a Hellqvist frente a 550 invitados, entre ellos el príncipe Eduardo de Inglaterra, o la princesa Takamado de Japón.

 

– Crepé de seda blanco – 

La flamante princesa, de 30 años, lució un vestido de crepé de seda y encaje en tres tonos de blanco de la diseñadora sueca Ida Sjostedt, acabado en una cola de varios metros de largo.

El capellán de la corte, Lars-Goran Lonnermark, que ofició el servicio, dio consejos a la pareja sobre la vida marital estableciendo paralelismos con la pasión del príncipe por el automovilismo de carreras.

«Tu hogar debería ser un tipo distinto de parada en boxes… donde no estás siempre contando los minutos y segundos, sino donde puedes relajarte y estar juntos. Echa fuera todo el estrés e inspírate en la seguridad y el amor de estar el uno para el otro», dijo.

«Ya habéis ganado el gran premio al daros el ‘sí quiero'», añadió.

La princesa Sofía, una morena de porte elegante, es conocida por su carácter accesible y su radiante sonrisa de dientes separados.

Su nuevo marido, de 36 años, es el segundo hijo del rey Carlos Gustavo y la reina Silvia de Suecia. El también duque de Värmland es el tercero en la línea de sucesión al trono, por detrás de su hermana mayor la princesa Victoria y la hija de ésta, la princesa Estela.

Felipe y Sofía, pareja cercana y conocida por llevar un estilo de vida sano, quieren proyectar una imagen de realeza moderna y abierta, y se les puede ver a menudo haciendo ejercicio por la ciudad o pidiendo pizza para llevar en el barrio de moda de Estocolmo. 

La princesa creció en una familia de clase media junto a sus dos hermanas en una pequeña ciudad del centro de Suecia e inició una carrera como modelo, aunque saltó a la fama en 2005 después de participar en el programa de telerrealidad «Paradise Hotel». 

En 2010, los medios suecos comenzaron a interesarse por el pasado de la joven cuando se desveló su relación con el príncipe Carlos Felipe. 

La prensa sueca desempolvó su posado desnudo con 20 años para la revista sueca masculina Slitz, así como su elección de llevar tatuajes o un piercing en el ombligo.

 

– ‘No me arrepiento de nada’ – 

«No me arrepiento de nada. Todas estas experiencias han hecho de mí la persona que soy, aunque a día de hoy no volvería a hacerlo», declaró bajo la cómplice mirada de su entonces prometido.

En 2005, Sofía se mudó a Nueva York donde estudió contabilidad y trabajó como profesora de yoga y camarera antes de volver a Suecia. «Puedo decir que he vivido mi vida al 100%», declaró en un documental sobre la familia real emitido en la televisión sueca.

En 2010, cofundó con un amigo la ONG «Project Playground» para ayudar a los niños desfavorecidos en Sudáfrica, después de haber trabajado como voluntaria en varios países del continente africano.

Dejó su cargo en la ONG en marzo para centrarse en su nueva función de princesa, título que obtiene junto al de duquesa de Värmland después de la boda de este sábado en Estocolmo. 

Al contrario que su cuñado, Chris O’Neill -empresario casado con la princesa Magdalena de Suecia- que suele menospreciar los acontecimientos reales, Sofía es popular entre los suecos que admiran de ella su franqueza y compromiso. 




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