Decir que toda persona  que se abstenga es un oportunista que le hace el juego al gobierno, es una exageración equivalente a su contrario, es decir, a quienes opinan que participar en elecciones trae como consecuencia lo mismo que creen los anteriores, pero por la acción contraria. Sin embargo, donde observo más contradicciones dialécticas es en el sector que defiende la tesis del abstencionismo, como panacea para producir el cambio de gobierno que requiere con urgencia Venezuela.

Ciertamente hay abstencionistas de buena fe, quienes opinan que el gobierno está a punto de caer y al no participar en las elecciones, de gobernadores, eso deslegitimaría al gobierno ante el mundo y traería, como consecuencia, la inevitable caída estrepitosa del régimen no sé por suerte de cuál birlibirloque. Aunque este sector es el que menos nos preocupa, porque estoy convencido que será relativamente fácil lograr el cambio de esa actitud, pues su buena fe permitirá razonar, con ellos, para convencerlos del error en que pueden incurrir.

Hay otro grupete, no de buena fe como el anterior, quienes con el mayor descaro comenzaron por condenar a la MUD y a los partidos políticos que auspician la vía electoral,  para terminar aceptando candidaturas a gobernaciones, en algunos estados, donde saben que no van a ganar, pero sí pueden restar algunos votos que pudieran marcar la diferencia con el candidato del oficialismo para hacerlo triunfar. Estos son los propios esquiroles del régimen.

También hemos visto, con asombro, cómo candidatos sin ningún chance, pero que guardaban silencio en espera de ser seleccionados como tales, al conocer la imposibilidad de su escogencia… pues también saltaron a la acera del abstencionismo, creyendo engañar incautos para obtener una popularidad, inmediatista, que cree les servirá de piso para eventuales aspiraciones municipales.  A estos le damos la mala noticia que estamos en conversaciones, entre todos los partidos, para vetar esas pretensas aspiraciones futuras. El oportunismo no debe quedar impune.

El peor de los grupetes abstencionistas, es el que utiliza el más abyecto, el más deleznable, el más miserable de los argumentos: aquel, según el cual, ir a las elecciones regionales es burlar el sacrificio de los jóvenes que han sido asesinados por el régimen. Este es un tema que no me gusta abordar, porque se tocan sentimientos muy profundos y delicados, se juega con el dolor de los familiares de las víctimas, sin consultarles, lo que obviamente renueva permanentemente su dolor y su pena sin atenuantes.

Ahora bien, hay que decir con claridad meridiana, sin demagogia y con seriedad, que ninguna marcha, ningún paro, trancazo o manifestación fue convocada para producir un golpe de estado, ni nada alternativo a las elecciones para la toma del poder. Por el contrario, toda la lucha ha sido para defender una Asamblea Nacional elegida por el voto universal directo y secreto de más de 14 millones de venezolanos, por el Referendum Revocatorio de Maduro que es también una exigencia electoral  y por el reclamo de elecciones regionales. Además, no es baladí recordar, que la más grande manifestación de solidaridad con la alternativa democrática la constituyó, no alguna guarimba, sino los 7 millones y medio de venezolanos que concurrieron a la más hermosa convocatoria democrática y electoral, ocurrida el pasado 16 de julio.

Ninguna vida fue ofrendada por una salida distinta a la electoral, ni a ninguno de nuestros mártires los engañamos con salidas golpistas. Aunque pudiera ser que algunos energúmenos tuviesen, en sus torcidas circunvalaciones cerebrales, la esperanza que esas muertes provocarían la irrupción de otro gorila militar que viniera a convertirse en un nuevo “salvador de la patria”.

Compañeros y amigos: no le hagamos el favor al gobierno de permitirles ganar alguna gobernación, vamos a la batalla para ganar estas colinas regionales, para luego conquistar las montañas municipales y finalmente alcanzar la meta para cambiar de gobierno. En ese momento se abrirán las anchas autopistas, por donde regresarán nuestros compatriotas aventados del país por este régimen de oprobio a reconstruir la patria destrozada.

La abstención es peligrosa porque, de ocurrir masivamente, nos aleja  de todos esos objetivos en el camino trazado para la victoria popular y democrática definitiva. No hay derecho que por nuestra inhibición permitamos el triunfo de la minoría, esa sería la peor de las miserias. Las generaciones futuras no nos lo perdonarían. #Síhayfuturo.

aecarrib@gmail.com

@EcarriB

Antonio Ecarri Bolívar




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