Avenida Bolívar Norte (Foto Constaza Rojas)

Constanza Rojas

Los habitantes de distintos municipios del estado Carabobo deben caminar decenas de cuadrar o tomar el metro que los aproxime a una determinada zona para llegar hasta sus destinos.

«Salgo de mi casa solo por necesidad, tengo una hora esperando carro», afirmó Carmen Figueroa, de 55 años, quien nunca imaginó tener que vivir una situación tan precaria como la actual para cumplir con algún compromiso.

Como Pirela, son muchos los ciudadanos que diariamente deben emplear distintos medios para trasladarse a sus lugares de trabajo o realizar alguna diligencia cotidiana. Los fines de semana tienen un tinte diferente, la afluencia de transporte público es casi nula.

«Voy al Parque Negra Hipólita, llegué hasta aquí en el metro que tomé en la estación Cedeño, a donde llegué caminado desde San Blas», relató Danelis Pirela, de 25 años, madre de tres hijos, quien se encontraba en la estación del metro Francisco de Miranda, en la Av. Bolívar de Valencia.

Para llegar a las 10:00 a.m. a un lugar las personas deben salir de sus casas antes de las 8:00 a.m. y tomar de dos a tres autobuses. En cada uno deben cancelar entre dos mil bolívares y dos mil 500 bolívares. Lo contrario significa esperar de 40 minutos a una hora hasta que un autobús público o TransCarabobo circule por el área. Aseguran que usualmente los conductores incumplen las rutas.

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«Los camiones son muy peligrosos, uno no se puede arriesgar a eso» afirmó Francis Rodríguez, de 45 años, madre de dos hijos varones a quienes ella no les permite montarse en las denominadas “Barandas”, improvisados transportes públicos tipo cava o camiones que recorren la ciudad de punta a punta con más de 20 personas a bordo. Según Rodríguez, esos vehículos cobran de dos mil a cuatro mil bolívares por persona.

La crisis que transita el país afectó a quienes prestan el servicio y a quienes lo usan. La escasez de efectivo es determinante para los ciudadanos, si no muestran el dinero antes de abordar, no les permiten el acceso. 

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Los adultos mayores sufren ante el servicio

Para las personas que tienen más de 60 años recorrer la cuidad resulta una tarea peligrosa. Salen de sus casa con amigos de edades similares para no tener que transitar y abordar solos los medios de transporte público.

Gisela De Gutiérrez, de 76 años, explicó que para llegar a la misa de las 11:00 a.m. tuvo que salir de su casa dos horas antes. Ella es parte del grupo de apoyo de la Casa Parroquial Iglesia Inmaculado Corazón De María, ubicada en el Viñedo.

Como De Gutiérrez, varios son los adultos mayores que afirman sentir pena cada vez que son dejados por los transportistas, como si la edad y las capacidades físicas les restaran valor.

Los habitantes de la ciudad solicitan al Gobierno prontas soluciones frente al agonizante  sistema de transporte que cada día afecta más a la población.

 

 




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