Hace tres meses Raúl González perdía la cuenta de la cantidad de carreras que realizaba en un día con su moto, pero hace 11 semanas, cuando inició la cuarentena por COVID-19, esa realidad cambió.
Su ritmo de trabajo disminuyó las primeras semanas por el confinamiento, pero en la actualidad el problema más grave es otro: la escasez de gasolina.
Equipar de combustible el tanque de su moto se ha convertido en una difícil y costosa tarea.“Como en las bombas no nos despachan, tenemos que comprar un litro de gasolina en dos dólares”.
Para que Raúl González pueda trabajar dos días como mototaxista dentro del municipio Naguanagua necesita aproximadamente 12 litros de gasolina en el tanque, lo que se traduce en 24 dólares que paga de su bolsillo.
La carrera mínima tiene un precio de un dólar pero lo que reúne en un día de trabajo no le alcanza siquiera para comprar más de tres productos de la cesta básica. “A veces la gente no tiene cómo pagar y nos dan una harina, un arroz”.
Sobrevivir en la pandemia
Para Gabriel Mendoza no hay otro término que no sea subsistir. Trabaja como mototaxista en la avenida Lara de Valencia, donde no se respeta el distanciamiento social y las medidas de protección ante el COVID-19 son escasas.
Desde hace casi tres meses cuando el Ejecutivo emitió el primer decreto de estado de excepción, su jornada laboral se redujo de 8:00 de la mañana a 2:00 de la tarde. “Las carreras han bajado pero siempre hay que llevar algo para la casa, yo tengo dos chamos que dependen de mí”.
Michel Hurtado es compañero de Gabriel en la misma línea de mototaxi, donde la carrera mínima está fijada en un dólar o en un producto alimenticio. “Es poco lo que puedo hacer en el día, a veces la gente me da una harina, un arroz, café o azúcar y con eso sobrevivimos”.
Ellos se abastecen de gasolina en los operativos que coordina el Instituto Autónomo Municipal de Tránsito y Transporte. Una vez a la semana los mototaxistas se reúnen en el Parque Recreacional Sur para surtir en la estación de servicio El Prado.
Taxistas en extinción
Mario López lleva cuatro días en fila para surtir combustible en la E/S La Ceiba en la avenida Bolívar. No tiene certeza de cuándo van a habilitar la estación de servicio pero no pierde la fe. Necesita retomar su trabajo como taxista y llevar el sustento a su hogar pero sin gasolina no lo puede hacer. “Son muy pocos los taxistas que están activos, sin gasolina ¿cómo hacemos el transporte?”.
Durante un recorrido por las avenidas más transitadas de la Gran Valencia no se observaron taxistas. Incluso en las afueras de clínicas y hospitales donde era habitual conseguir un servicio de taxi.
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