Las primarias opositoras previstas para el 22 de octubre representan un ejercicio democrático histórico. Escoger en esta elección al candidato opositor que enfrentará a Nicolás Maduro, genera esperanza en torno al sueño de la unidad, pateado muchísimas veces por la propia dirigencia adversa al régimen, razón por la cual, la ciudadanía espera que se respete la voluntad popular y se trabaje mancomunadamente en torno a la figura de quien resulte ganador o ganadora. El país lo necesita y espera que prive el sueño de reconstruir a Venezuela por encima de los intereses particulares que tanto daño han hecho en los últimos años.

Generar confianza no será fácil. La unión opositora se ha fragmentado decenas de veces. Hemos visto como diputados, alcaldes, gobernadores y dirigentes emblemáticos han tranzado vilmente con el gobierno, olvidando el daño que esta gente ha hecho al país. Estas acciones han levantado sospecha en los millones de personas que esperan un cambio a mediano plazo cansados del saqueo revolucionario. La traición y el doble discurso de ciertos opositores es recordado cuando la gente señala que está harta del chavismo-madurismo, pero que no ve una salida a tanto meollo por la falta de coraje y ética de la oposición para enfrentar a los responsables de la crisis político, social y económica que padece Venezuela.

Dentro de este contexto, se reconoce el gran esfuerzo que han hecho algunos partidos por llevar a cabo las primarias, a pesar de las campañas que se han desprendido desde el gobierno para enlodar este proceso. El régimen sin duda teme a una avalancha de votos que fortalezca el liderazgo de sus adversarios y levante el brazo a un candidato que se presentará en la contienda enmantillado por la fuerza democrática que representa el voto, arma que, si es usada con sabiduría, pondrá a temblar a toda Miraflores y a los mismos babalaos y espiritistas que tiene el régimen trabajando para obtener resultados a su favor en las presidenciales de 2024.

A pesar de los múltiples errores y traiciones opositoras, las primarias representan una gran oportunidad para indicarle a Nicolás Maduro que la gente quiere una transformación radical en el país. El hartazgo es evidente y esperamos la gente lo demuestre en los centros de votación dentro y fuera del país, sin importar que quien resulte vencedora sea una de las candidatas inhabilitadas inconstitucionalmente para ejercer cargos públicos, como parecen indicar las encuestas que ubican a María Corina Machado como ganadora de este proceso que, a pesar de las circunstancias, ha demostrado una rara madurez en ciertos cabecillas opositores.

Asumimos que todo el equipo de María Corina tiene un plan B en caso de ganar la primaria y no poder inscribirse en la carrera presidencial. La gente piensa en este panorama, pero confía en su liderazgo y estrategia. María Corina es quizá la única dirigente opositora que ha sido consecuente con su pensamiento y acción.

Es una mujer inteligentísima, que ha trabajado su imagen y sigue demostrando que quiere trabajar por su patria. Se quedó en su tierra, tuvo que sacar a sus hijos del país ante el peligro inminente. Ha sido perseguida, golpeada vilmente, pero sigue firme como un monolito. Creo que debemos apoyarla y sin importar la arremetida del régimen, acompañarla en el camino que le toca recorrer.




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