Hace unos días escuché una intervención del expresidente Pepé Mujica en Oxford. En lo particular y pese a que no comparto completamente sus posiciones ideológicas, me parece un hombre excepcional. En todo caso ¿quién dijo que las personas debemos pensar de la misma manera? Y de eso se trata en parte la política, construir seres colectivosaunque sostengamos diferencias. Ya lo había señalado Aristóteles cuandoplanteó su “animal político”, somos seres gregarios y para desenvolvernos en sociedad, dependemos de los demás.

En esta dirección apuntaba Mujica cuando recordó que quienes deciden ejercer cargos de representación popular, deben pagar el precio que supone el costo de construir voluntades colectivas de mucha gente, lo que también involucra cultivar el valor de la tolerancia, tomando en consideración la diversidad que nos caracteriza como especie. La naturaleza nos hace semejantes, pero no idénticos, razón por la cual, el uruguayo destacó que siempre tendremos conflictos y diferencias. Lo relevante acá es la voluntad de negociación, tan necesaria en democracia, como el oxígeno a la vida.

Al llevar estas consignas a la realidad, obviamente más de un gobierno reprobaría el examen. Si nos focalizamos en Venezuela, el contexto es aún más alarmante debido a la polarización social y política que se ha acentuado en revolución.

A los políticos venezolanos, los verdes, blancos, naranja, pero en especial los rojos,no les importa escucharse ni escucharnos, por lo que el resultado de sus acciones a nivel positivo es casi nulo.

La incidencia de su trabajo en nuestra calidad de vida es patética, afirmación que podemos validar sin mucho esfuerzo.Caso contrario a lo que padece la mayoría,lo observamos al echar un vistazo acómo vive la dirigencia revolucionaria, es especial, esa nueva estirpe vacía ideológicamente, pero cargada de incuantificables intereses económicos denominada “enchufados”.

Sin seres colectivos difícilmente observaremos cambios sustanciales en el país. Seguiremos sometidos a políticos que cada día sentencian a millones de venezolanos a vivir en la miseria. Losdiálogos han fallado, en especial por la soberbia de gobernantes que se creen suprahumanos por el respaldo que reciben del uniforme oliva.

La oposición fragmentada y muchas veces vendida también tiene su cuota de responsabilidad, lo que deja al ciudadano de a pie en un laberinto en el cual, mantener el equilibrio emocional es una tarea titánica.

Muchos prefieren migrar, otros mantenemos la esperanza en las reservas morales y en la posibilidad de una tercera vía, que seguramente nacerá de esos encuentros comunitarios en donde aún se observan líderes críticos, conscientes en la necesidad de tender puentes.

A nuestros gobernantes se les olvidó que se ha hecho civilización gracias al trabajo con los otros y que, precisamente esa capacidad en administrar la diferencia nos hizo superiores como especie. Por esa razón y retomando a Mujica, precisamos de la buena política para que sobreviva el gran bien que es la sociedad, la única manera de poder dejar a las generaciones futuras un país saneado, sin heridas.

Desde mi punto de vista, en una Venezuela tan extremadamente destrozada y sin instituciones imparciales, sólo llamando a elecciones con un órgano electoral independiente, podremos garantizar en el tiempo cierta estabilidad. Quizá sea una utopía, pero creo que aún podemos pactar un nuevo lazo social.




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