En memoria de Ramón, a un mes de su luz en medio de la pandemia

En la noche oscura escucho el susurro de los ángeles que rondan mi ventana.

Es noche de estrellas y la luna apenas se ve. Es tan solo un trazo de luz en el oscuro lienzo del cielo de octubre, en esta fase creciente del ciclo milenario, indetenible, cósmico y perfecto que se cumple nuevamente para llenar y luego menguar el reflejo lunar sobre nuestras vidas y así reiniciar una vez más en el torrente sin fin del tiempo.

En esta noche de luna creciente pienso en ti, en como estarás más allá de esta distancia que ya no es terrenal. En esta hora de emociones sin lamentos mi imaginación se llena de imágenes y visualiza tu espíritu, ahora de luz, volando sobre las nubes, dejando atrás mares y tierras, para cruzar dimensiones nunca antes percibidas por conciencia humana.

En esta noche oscura de luna que apenas crece puedo sentir que amas a mi amiga más que nunca, como ella te ama a ti. Y aunque sé que este distanciamiento es ahora celestial presiento que lo superas, te acercas y vuelves a ella en un instante, y así, en este sueño sin dormir, percibo tu cercana presencia junto al lecho de tu eterna enamorada mientras me regocijo tiernamente en la contemplación de un amor que no fallece, que trasciende y pervive más allá de esta vida misma.

Esta es la historia de dos amantes unidos más allá del tiempo y el espacio. Separados físicamente luego del inusitado encuentro con el microscópico virus que daña a una humanidad desprevenida y distraída en conflictos de poder y dinero. Creación humana irresponsable y criminal en laboratorios de muerte de quienes jugando a ser dioses se erigieron en verdugos de millones que no pudieron defenderse de la propagación y la tragedia.

En esta noche oscura de luna creciente veo más allá de las sombras el nacimiento de una luz que se enciende y que alumbra el camino que estaremos un día transitando juntos hacia una nueva inmensidad, en momento de infinita plenitud cuando recibamos el soplo del divino aliento en el definitivo paso de las almas que se encuentran después de la larga noche oscura en los albores de un nuevo amanecer.

Allí estará tu amada para seguir arrullando desde cualquier lugar a las hijas del fruto de un amor eterno en los anales humanos que dejó escrito este 2020, en el paso adelantado de millones que esperaban vivir más y dejaron tras sí las penas y ausencias de quienes quedaron en el mundo terrenal para recibir la lección milenaria de humildad que debemos aprender desde la conciencia de lo que somos después de este tortuoso transitar y de lo podemos ser corrigiendo rumbos para construir tiempos mejores.

En esta noche oscura de luna que empieza a crecer te veo pleno y radiante en el lugar en el que los justos se unen, sin barreras de conciencia, si carga ni lastre, ajeno a temores y ausente de claustros dolorosos, más presente siempre en quienes conservaremos afectos y recuerdos de los que se nos adelantaron en esta posta interminable de viajeros, viviendo nuestras propias vidas, de altos y bajos, con alientos y exhalaciones, en los auges y caídas que el destino nos presenta.

En esta noche oscura de luna creciente dejaré menguar el dolor de la separación y liberaré la alegría que inspira la fe para seguir adelante, en la esperanza del definitivo reencuentro que llena los corazones de los que aman, creen y esperan.

LUCIO HERRERA GUBAIRA




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