enfermeras medicos
(Foto: EFE)

La pandemia de COVID-19 ha dejado cicatrices imborrables y vacíos difíciles de llenar. Los médicos que durante casi un año han estado luchando en la primera línea de batalla contra el virus lo padecen en carne propia, hasta el punto de dejar la vida en su empeño por honrar el juramento que los consagra al servicio de los enfermos.

10 de marzo, natalicio del insigne doctor  José María Vargas y fecha especialmente escogida hace 66 años por la Federación Médica Venezolana para conmemorar el Día del Médico. Una efeméride que con el paso del tiempo, en las últimas dos décadas, ha perdido su carácter festivo debido a las deplorables condiciones laborales a las que se enfrenta esta profesión que, además, este año está enlutada.

Según el reciente balance de la ONG Médicos Unidos de Venezuela (MUV), hasta la fecha han fallecido en la entidad carabobeña al menos 29 trabajadores sanitarios con sintomatología asociada al coronavirus, de los cuales 23 eran doctores. Eso se traduce a un promedio de dos médicos fallecidos por mes desde que fueron reportados oficialmente los primeros casos de COVID-19 en el estado, en mayo del año pasado.

Para Lilia Magallanes, presidenta del Colegio de Médicos de Carabobo, se trata de una cifra alarmante. Fue tajante al señalar que hoy los galenos no tienen motivos para celebrar, tomando en cuenta que todavía varios de sus colegas se encuentran hospitalizados en delicadas condiciones de salud por el virus. Solo les queda rendirles homenaje a aquellos profesionales que han muerto en la batalla contra la COVID-19 y es lo que harán.

“El gremio médico se ha visto afectado en su ejercicio profesional, primero porque los hospitales y centros ambulatorios no están equipados para recibir a pacientes de tanta gravedad”, dijo Magallanes en entrevista con El Carabobeño. “Esto aunado al descuido y la inconciencia de la ciudadanía que no valora el peligro de la pandemia ni la gravedad del problema y no se cuidan”.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH), en su último informe publicado a finales de 2019, el promedio general de desabastecimiento en las salas de emergencia del sistema de salud público era de  49 %, mientras que específicamente en Carabobo alcanzaba el 54,28 %. El mismo sondeo reveló que 78 % de los hospitales reportaba fallas con el suministro de agua y 63 % con el servicio eléctrico. Son condiciones que en la mayoría de los casos se agudizaron en 2020.

La vocera del Colegio de Médicos de Carabobo denunció que aunque los galenos se han ido contagiando no solo en hospitales sino también en centros privados, es en las instituciones que dependen de la Gobernación, el Ministerio de Salud o el Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS) donde se continúa evidenciando un déficit en la dotación de equipos de protección personal (EPP) para los profesionales de la salud.

Los doctores ya no quieren ser percibidos como superhéroes invencibles con poderes extraordinarios. En medio de la feroz pandemia, solo quieren hacer su trabajo y sobrevivir, porque como el resto, tienen metas por alcanzar, sueños por conquistar y seres queridos que a diario los esperan sanos y salvos en sus hogares. “Los médicos tenemos familia, somos padres, abuelos, tíos, hijos y somos humanos como todas las personas”, agregó la representante gremial.

A su juicio, las medidas de flexibilización que ha decretado el Gobierno de Nicolás Maduro durante las fechas festivas no han sido acertadas. “En Carnaval fue un desastre porque la gente abarrotó las playas y producto de eso es el aumento de los casos (de COVID-19 en el país”, expuso. Desde el colegio preparan un comunicado para alertar a la población que tome consciencia de cara al asueto por la Semana Santa.

Déficit de especialistas y diáspora

En los hospitales y ambulatorios de Carabobo la falta de médicos especialistas es evidente y abarca, en mayor o menor medida, todas las especialidades y subespecialidades médicas existentes, aseguró Magallanes. Esto se debe a las precarias condiciones en las que se encuentran los recintos hospitalarios, con deterioro en sus infraestructuras y falta de insumos,  y a los bajos salarios que no superan los 10 dólares al mes dentro de la red de salud pública.

En el mejor de los casos, los profesionales sanitarios deciden abandonar los hospitales y dedicarse a  consultas privadas. Pero, durante los últimos cinco años la tendencia que se consolida es la de emigrar. Hasta 2019 alrededor de 24 mil médicos especialistas en diferentes áreas habían salido de Venezuela.

Así lo evidencia un informe de la Alianza Venezolana por la Salud (AVS), que revela que los médicos con estándares profesionales universalmente reconocidos han emigrado en búsqueda de condiciones dignas de trabajo, incentivos acorde a su formación profesional, seguridad económica y la subsistencia para sus familias.

“De la diáspora calificada, el 13,5% de los especialistas en enfermedades infecciosas habían migrado del país en 2017, cuya reposición no es posible inmediatamente. Esto está ocurriendo en todas las especialidades y en los médicos generales como veremos seguidamente”, dice el informe de la AVS, elaborado por los doctores José Félix Oletta y Carlos Valecillos.

Sin embargo, advirtieron Oletta y Valecillos, la fuerza de trabajo en salud ya se encontraba diezmada antes de que la emergencia compleja se acentuara a partir de 2017 y mucho antes de la llegada de la COVID-19 al país. Así, en 2014 se estimó que 22 mil de 66 mil 138 médicos registrados en el país habían migrado forzosamente de Venezuela. Eso equivalía al 33,26 % del total para ese entonces.

“Tenemos una diáspora gigante de médicos especialistas y subespecialistas bien formados en nuestras universidades, que han tenido que emigrar para buscar mejores condiciones de vida y dar conocimiento en otros países”, lamentó la representante del gremio médico en Carabobo. “Los recién graduados ya ni siquiera quieren hacer el rural, sino que de una vez salen con el título en la mano para el exterior”.

El fallecimiento del doctor Teófilo Ortega, reconocido internista e intensivista que llegó a trabajar en los principales hospitales y clínicas carabobeñas, puso sobre el tapete una preocupante realidad: en el estado quedan pocos intensivistas. Meses antes, el 7 de agosto, también perdió la batalla contra el virus el doctor Patricio Torres, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Centro Policlínico Valencia y el Instituto Docente de Urología.

Al respecto, Magallanes detalló que el déficit de intensivistas en Carabobo representa un gran problema porque se trata de una especialidad esencial en el marco de la pandemia y poco común, que además ha resultado bastante golpeada. “Hemos tenido pérdidas importantes de médicos especialistas de Medicina Crítica, no solamente en Carabobo sino en todo el país”, sostuvo.

Sin vacunas  

Magallanes fue enfática al explicar que otro de los grandes problemas a los que actualmente se enfrenta el sector sanitario es la falta de inmunización. Insistió en que las autoridades de salud nacionales y regionales deben darle prioridad tanto a los doctores y enfermeras, como al resto del personal que labora en los centros asistenciales.

En Carabobo hay aproximadamente 15 mil trabajadores sanitarios, pero hasta la fecha solo ha recibido unas dos mil 500 dosis de la vacuna rusa Sputnik V, que fueron distribuidas principalmente en la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera (CHET), principal centro centinela en Valencia, y al Hospital Dr. Adolfo Prince Lara, en Puerto Cabello.

Quedó mucho personal sin vacunar. El gobierno tiene que saber que el personal de salud es prioritario para la vacunación. Tenemos esa preocupación y estamos esperando a ver qué va a pasar con esas nuevas dosis que llegaron (de vacunas chinas)”, dijo. Queda por recibir la vacuna casi 80 % de los trabajadores sanitarios del estado.

Luces en la oscuridad

Los médicos carabobeños continúan destacándose en medio de condiciones adversas. Recientemente se conoció que el doctor Ezequiel Fernando Uribe Nóbrega, psiquiatra-psicoterapeuta, máster internacional y PhD en Neurociencias e investigador adscrito al Centro de Biofísica y Neurociencias de la Universidad de Carabobo (UC), así como al Departamento de Ciencias Fisiológicas de la Facultad de Ciencias de la Salud (FCS), resultó ganador del Premio Arnoldo Gabaldón.

Se trata de un reconocimiento otorgado por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela (Acfiman), en su convocatoria de 2020, en el área de Biología.

Uribe ha logrado alcanzar una meritoria y prometedora producción científica, orientada a ampliar los saberes de la neurobiología al aportar conocimiento sobre los cambios en biomoléculas y redes neuronales relacionadas con la esquizofrenia y desordenes afectivos en estudios, in vitro y modelos de experimentación animal.

Por otra parte, el doctor Víctor José Sanna, egresado de la Escuela de Medicina de la UC, obtuvo el séptimo lugar entre mil 018 participantes en Nephmadness 2020, actividad de educación médica interactiva en línea, centrada en la Nefrología.

Sanna además ocupó el primer lugar entre nefrólogos pediatras y el top 10 de profesionales influyentes en el ámbito mundial en redes sociales e interactividad en la difusión de los últimos avances más importantes de esa especialidad.

 




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.