La hermana Rosalía. (Cortesía)

Una religiosa, con cargo de coordinadora en un prestigioso colegio de Capacho, un municipio del estado Táchira, que está en el medio de la carretera entre San Antonio y la capital San Cristóbal, se enfrentó sola, con su fe y su convicción, a un guerrillero del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Mientras esto ocurría, el hombre la apuntaba su enorme fusil, pensó que podría obligarla a entregar las llaves de la institución, para que lo usen como refugio de un grupo de migrantes que llegaron a la frontera, en el marco de la pandemia del COVID-19, reseñó infobae.com.

El colegio Santa Mariana de Jesús es una institución privada, ubicada en la Av. 20 de Mayo con Carrera 5ª, en el municipio Libertad antiguo Capacho del estado Táchira, que está inscrito en el Ministerio de Educación en el año 1950, cubriendo los niveles preescolar, primaria y media general.

Es una institución afiliada a la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC) y es la única que tiene funcionando los baños. La escuela básica Miranda y el Liceo Román Cárdenas no tienen condiciones de funcionamiento.

Este miércoles, aproximadamente a las 2:00 pm., llegó la diputada Zoraida Parra, junto con otros miembros del Consejo Legislativo del estado Táchira al colegio Santa Mariana de Jesús, algunos militares y el alcalde Rogelio Ontiveros del municipio Libertad, Capacho Viejo.

Le solicitaron la entrega de las llaves de la institución, porque habilitarían esa sede como refugio para 150 venezolanos que venían de países vecinos y quienes debían cumplir cuarentena.

Ellos exigían, además, la entrega de las llaves de la cocina y del comedor del Colegio. La hermana Rosalía, coordinadora de Pedagogía de Primaria, les dijo, en buenos términos y con argumentos valederos, que esa era una institución privada que debía responder ante un cuerpo de representantes y estudiantes.
A pesar de que los parlamentarios, todos dirigentes de la Revolución Bolivariana insistieron, la monja no cedió.

Durante ese proceso, mucha gente se enteró en Capacho Viejo, un pequeño pueblo de unos 20 mil habitantes que, al colegio, la mejor institución de la zona, pretendían meter a quienes estaban regresando al país.

Los vecinos se fueron movilizando hacia la institución. Parra y su comitiva desistieron de convencer a las monjas del colegio y se marcharon, quedándose el alcalde.

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