Cuando desde Acción Democrática, nuestro Secretario General Nacional Henry Ramos Allup anunció al país que el partido del pueblo participaría en el proceso electoral, para escoger los gobernadores de los 23 estados de Venezuela, no estaba jugando posición adelantada sino reafirmaba una cuestión principista. En efecto, Acción Democrática no tiene dos agendas, sino la defensa irreductible de la soberanía popular que se expresa a través del voto y…Punto.

No llamamos a un golpe de Estado, porque ni AD ni el frente plural y democrático al que pertenecemos  somos una vanguardia armada, que ande buscando repetir en Venezuela los arcaicos y salvajes asaltos al poder, por la vía del fast track, del mundialmente repudiado coup d´etat del siglo XIX. Por eso nos opusimos a esa idiotez llamada “gobierno paralelo” que al ser mencionado, incluso de manera aislada y marginal por alguien desautorizado, provocó la airada reacción de los Estados Unidos rechazándolo, enseguida y con todas sus letras, a través del Secretario Adjunto del Departamento de Estado para América Latina Michael Fitzpatrick.

Cuando le hemos pedido a las Fuerzas armadas que se pronuncien, no estamos llamando a un golpe de estado, sino a que asuman su rol constitucional de defensa de la carta magna y sus principios fundamentales, los que han sido violados, metódicamente, por este gobierno sin el menor recato.  Nos referimos, obviamente, al golpe de estado continuado contra la democracia que ejecuta este régimen cuando de manera sistemática el CNE, ilegalmente, les prorrogó el mandato a los gobernadores de estado por un año; impidió, fraudulentamente, la celebración del referéndum revocatorio del mandato del Presidente con siete decisiones de tribunales penales incompetentes por la materia y la guinda que adorna la torta delincuencial: la convocatoria del Presidente, sin consultarle al pueblo, a una Constituyente que nació muerta y que, lejos de resolver la terrible crisis que vivimos, la va a incrementar de manera escandalosa.

No hay dudas que el camino es difícil, porque nos enfrentamos a una montonera que nos ha regresado, políticamente hablando, a la época más oscura de nuestra convulsionada historia. Exactamente al momento en que Acción Democrática le tuvo que pedir a la Fuerza Armada, en 1945, que quitara de en medio a un gobierno que se oponía a entregarle al pueblo su soberanía que se le había negado desde que existíamos como nación. No fue un simple golpe de estado, sino una verdadera revolución que le entregaba al pueblo, por vez primera, la responsabilidad de decidir su propio destino. Y eso es lo que, hoy día, vuelve a estar en juego en Venezuela setenta años después.

A este gobierno hay que combatirlo, desde nuestra trinchera, con el arma que más teme: la electoral y democrática. Le teme, no porque sea un arma de fuego lo que les amenaza, sino todo un pueblo que se pronunciará por su salida, antes de acabar con lo poco que nos quedad de entramado institucional. Esta es una guerra de posiciones y los demócratas  acabamos de dar una demostración evidente que las masas populares nos acompañan, a través del pronunciamiento de más de 7 millones y medio de conciudadanos. Ese es nuestro ejército que ahora lo llevaremos a conquistar “la colina” de las gobernaciones de estado, para continuar con la próxima “montaña” de las 335 Alcaldías, para finalmente sacarlos de Miraflores derrotando al  candidato que presente el PSUV. Ojala sea el mismísimo Maduro, para propinarle la paliza electoral más grande de la historia venezolana.

Conocemos las dificultades que enfrentamos, pero eso no nos puede inhibir. Estamos seguros que este gobierno hará todas las trapisondas y arbitrariedades inimaginables para frustrar la consulta popular. Por eso decimos que el camino es espinoso, pero debemos llevar a esta montonera, apertrechada con armas legales e ilegales, al campo de batalla donde tenemos la ventaja comparativa de los votos frente a las balas.

No tenemos alternativa distinta, pero tenemos la certeza que vamos a hacer buena la aspiración histórica de uno de nuestros padres fundadores, Andrés Eloy Blanco, quien afirmaba con donosura, pero con firmeza indoblegable: “Nosotros creemos que, si hay aquí muchos enemigos de la democracia, lo democrático es que peleen aquí, con las armas cívicas; y si escogen las otras, el pueblo venezolano sabrá probarles que la democracia en invencible en Venezuela”. Esa es nuestra herencia y el legado histórico que debemos preservar. Eso fue lo que proclamó Henry Ramos, es lo que seguiremos haciendo los adecos y demás demócratas de Venezuela hasta la victoria final.

aecarrib@gmail.com

@EcarriB

 

Antonio Ecarri Bolívar




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