Foto Ricardo Marín

Dos veces por semana, Luis Palencia* viaja junto a sus compañeros de trabajo desde el estado Mérida, hasta Carabobo. Su trabajo consiste en traer hortalizas frescas y venderlas en su puesto, que instala todas las mañanas en Valencia. Además de ganas y mucha voluntad de trabajo, debe tener al menos 120 millones de bolívares, que es lo que paga entre los 12 puntos de control policial con los que se cruza en cada trayecto de Los Andes hasta el centro del país.

“Pasamos por 12 alcabalas y se pagan 10 millones de bolívares por carro. Se cancela en cada peaje”, dijo Palencia, sin identificar un cuerpo de seguridad en específico, mientras acomodaba las cestas de fruta en el tablón que usa como exhibidor, demostrando no solamente su disposición de trabajador eficiente, sino su típica cordialidad andina.

Las ferias de frutas y hortalizas se han venido haciendo cada vez más famosas en la región carabobeña con el pasar del tiempo. En la Gran Valencia hay varias, la mayoría  gestionadas por trabajadores del campo de la región andina que se ganaron el cariñoso apodo de “Los Gochos” entre los vecinos de los municipios.

La matraca policial no es la única dificultad que atraviesan los ferieros andinos. También lo es la escasez de la gasolina.

Abastecen gasolina en Valencia

José Pérez*, trabajador de confianza de un puesto de frutas y hortalizas que se instala en  Naguanagua, comentó que necesitan comprar al menos 400 litros de gasoil para asegurar su viaje semanal a La Grita, estado Táchira, y así poder trabajar durante la semana. “Se retanquea en Valencia. Aquí es donde resolvemos, porque en carretera  no se consigue. Aquí llenamos hasta las pimpinas para poder abastecer el tanque, de allá para acá”.

Aún así, Los populares gochos siguen trabajando, a pesar de las adversidades y de a poquito se han ido ganando el cariño de los naguanaguenses, no solo por su característica cordialidad, sino por sus precios, que son tan competitivos que incluso mejoran al de las grandes cadenas de supermercados.

“Ellos venden a menor precio de lo que se consigue en los mercados. Es un esfuerzo grande el que esta gente hace, que viene de tan lejos, pasando trabajo en las alcabalas. Yo veo que el trabajo que ellos hacen es excelente”, expresó Margarita Ortega, antes de pagar por su bolsa de verduras en otro de los puestos que se instala en Naguanagua.

La diversidad de productos es grande: desde legumbres y hortalizas, hasta frutas y dulces tradicionales andinos. Una gama de productos que poco a poco fueron cautivando al exigente público carabobeño, que a pesar de las dificultades decide incentivar al productor del campo venezolano, para que siga viajando pese al elevado costo de los pagos en las alcabalas y la escasez de combustible.

Nombre ficticio*




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.