En enero de 1821, Bolívar envió desde Bogotá a Guayaquil, a su oficial de plena confianza, al joven general de brigada, el cumanés Antonio José de Sucre, héroe en la guerra y gigante en la paz, quien embarco, el 2 de abril con mil efectivos del Puerto de Buenaventura, con su juventud, talento y voluntad de vencer, a ejecutar la campaña del sur del continente.

Llega el 7 de mayo de 1821, al puerto de Guayaquil, donde tuvo que utilizar sus dotes de diplomático para unificar criterios de tres grupos antagónicos, les dijo a sus pobladores: “Es un deber verter mi sangre por vuestra redención, pero amante de la felicidad, yo os invito al paso que decida vuestro destino”.

El 19 de agosto de 1821, ejecuta su primer combate exitoso en Yaguachi, contra el coronel realista Francisco González; el 12 de septiembre es derrotado en Guachi por Melchor Aymerich. En Guayaquil, recibió en febrero de 1822, refuerzos enviados por José de San Martín, con los que pudo movilizarse hacia Cuenca, para luego seguir a Quito. Los realistas evadiendo el combate, se dirigen hacia Quito.

Bolívar en su movimiento hacia el sur, derrotó el 7 de abril en Bomboná al coronel realista Basilio García. El 23 de mayo de 1822, Sucre, realizando una extraordinaria maniobra de sorpresa, se movilizó alrededor de la escarpada montaña del volcán Pichincha a más de tres mil metros de altura. Muchos de nuestros llaneros, fueron afectados por la baja temperatura, el conocido soroche. Entre ellos se flagelaban y preguntaban si tenían frío, contestaban: ¡para qué frío, si no tengo cobija!

A las nueve y media de la mañana del glorioso día 24 de mayo, los habitantes de la señorial ciudad de Quito presencian, cual pantalla gigante, las acciones de ambos ejércitos en el majestuoso Pichincha; brillante acción bélica que decidirá su destino. Nuestro valeroso paisano, ejecutando hábiles movimientos, con planes sencillos y flexibles, nacidos de la lógica, ejemplo de su grandeza, pudo derrotar a las doce del día al ejército del general Aymerich, quien se refugió en el Fuerte Panecillo, donde firma una generosa capitulación, expresión sublime de su excelsitud humana.

En la memorable batalla de Pichincha, ‘’Cima de la Libertad’’, participaron soldados y oficiales de Inglaterra, Venezuela, Nueva Granada, Perú, Argentina y Chile, destacan, entre otros, el oficial neogranadino José María Córdoba y el joven teniente ecuatoriano Abdón Calderón, quien a pesar de tener cuatro heridas graves, se negaba a abandonar el campo de batalla.

Bolívar entró a Quito, el día 16 de junio en horas de la tarde, siendo recibido con gran entusiasmo, a Sucre lo asciende a General de División y lo designó Intendente y Comandante del Departamento de Quito. Refiriéndose a Sucre y a la batalla, dijo: “Pichincha consumió la obra de su celo, de su sagacidad y de su valor”. Más adelante dijo: “Las campañas de Sucre necesitan un César para narrarlas”. No se había equivocado cuando escogió a este paladín en tan grande empresa emancipadora.

En homenaje póstumo al joven Abdón Calderón, Bolívar decretó, que a la Tercera Compañía del Batallón Yaguachi no se le asignara Capitán y en las revistas de Comisario, la tropa contestará: “Murió gloriosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones”.

En carta escrita en Chuquisaca el 12 de diciembre de 1825 al coronel tocuyano José de la Trinidad Morán, Sucre expresó su voluntad: “… pero yo nunca pierdo de vista irme a vivir a Quito, porque pienso que mis huesos se entierren en el Ecuador, o que se tiren dentro del volcán de Pichincha”.

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