La larga espera de Carmen Coronel

El calendario de Carmen Coronel se reinició. Comenzó de nuevo hace 87 días, cuando a su hijo José Gregorio Briceño, el amor de su vida, lo detuvieron funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).

Ese 7 de junio quedará en el recuerdo. “Señora Carmen, señora Carmen, se están llevando a José Gregorio, y no sabemos para dónde”. Así se enteró en Mirandita, al sur de Valencia, de la detención de su hijo.

La marcha del miércoles 7 de junio hasta el Consejo Nacional Electoral fue la excusa. Funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) aprehendieron a José Gregorio Briceño, estudiante del segundo año de derecho de la Universidad de Carabobo.

Desde ese momento comenzó la búsqueda del sitio de reclusión de José Gregorio. El recorrido fue incesante: Del Sebin en Naguanagua, al Destacamento de Seguridad Urbana del Comando de la Zona N° 41 de la Guardia Nacional Bolivariana, en Ciudad Chávez, al sur de Valencia.

A las 8:00 p.m de ese miércoles, abogados y familiares lo ubicaron en Ciudad Chávez. El viernes 9 de junio se realizó la audiencia de presentación ante un tribunal militar a cargo de la jueza Luz Mariela Santafe, pero sus allegados pudieron verlo el domingo 11. Fue cuando supieron que estaba bien.

El lunes 12 de junio a las 7:00 a.m, Briceño fue trasladado al  Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde por funcionarios del Sebin. “Se lo llevaron sin nada, y no fue sino hasta las 2:00 p.m que nos llamaron para pedir colchonetas y artículos personales, porque así no lo podían recibir”.

Carmen Coronel y su hermana viajaron ese día a Los Teques. En Ramo Verde recibieron las pertenencias y les notificaron que el viernes habría visita. “Fuimos y lo vimos ese fin de semana”.

LA AUDIENCIA PRELIMINAR, UN PROCESO ENGORROSO

Cumplidos los 45 días de investigaciones, la audiencia preliminar seguía sin realizarse. La primera fecha fue el 22 de julio, luego fue diferida para el 16 de agosto y posteriormente 10 días más. Se cree que será el 12 de septiembre, cuando se revisen los procesos de todos los detenidos en Naguanagua y El Tulipán. Carmen Coronel no sabe cuántas horas deberá esperar ese día para conocer el destino de José Gregorio.

 

“Mi hijo tiene 87 días preso, como yo son muchas las madres por ver a sus hijos privados de libertad”. Así, Coronel pidió a la jueza Santafe que no difiera más la audiencia.

 

Los delitos imputados al estudiante de derecho son traición a la patria y ataque al centinela. Los abogados, sin embargo, no han tenido acceso al expediente para elaborar la defensa.

 

VISITAS RESTRINGIDAS

 

Todos sus familiares podían visitarlo. Hoy, la realidad en Ramo Verde cambió.Solo la madre, el padre, esposa e hijos tienen acceso a José Gregorio Briceño. Las hermanas de Carmen Coronel, que eran su gran apoyo, ya no pueden entrar. “Hace 10 años vencí un cáncer de mama y no puedo hacer fuerza debido a una reconstrucción y prótesis en mi seno izquierdo. Ahora no tengo quien me ayude con todo lo que debo cargar para ir a visitarlo”

 

El argumento de los militares en la cárcel de Los Teques fue que el sistema se cayó, se perdió la información y la nueva computadora es de poco almacenamiento.  

 

ANÉCDOTAS FAMILIARES

La hija de Briceño atesora una fotografía en la que aparece junto a Briceño. “Este es mi papá, este es mi papá”, comenta con orgullo la menor de 5 años, que siempre pregunta cuándo volverá su papá.

Toda la familia está dedicada a buscar la libertad del joven. El grupo posee unos autobuses, que ahora están descuidados porque todo en este momento tiene que ver con el caso de José Gregorio.“Tengo que estar pendiente de buscar el dinero porque viene el fin de semana y debo viajar a Los Teques y todo es pago”

Tras la visita, lo más duro es escuchar la reja cuando se cierra a sus espaldas, sobre todo el domingo. “No queda más que decir hasta el viernes”.

Esos fines de semana con el estudiante de segundo año de Derecho en la Universidad de Carabobo, cuyas clases inician este 5 de septiembre, las conversaciones giran en torno a las cosas de la casa, a sus amigos, a sus planes.

José Gregorio hace falta en su casa. “El es el hombre de mi vida, mi único hijo, luché dos veces con el cáncer, y yo le decía José Gregorio te amo, hijo yo necesito vivir para seguir a tu lado”. Nunca se había separado por tanto tiempo y menos en estas condiciones

En una de sus cartas, Briceño pide perdón a sus familiares por la manera en que les complicó la vida, por los viajes a Ramo Verde. Las dificultades para el acceso, las requisas que avergüenzan, el tiempo de espera no han sido un problema para Carmen Ella está dispuesta a ir donde sea.

Desde el liceo, José Gregorio demostró que sería un líder. Siempre se opuso a las injusticias de los profesores y en la Universidad ha sido un luchador constante. El fue a la embajada de Cuba para exigir la fe de vida del fallecido Hugo Chávez y protagonizó una huelga de hambre en contra del cierre del diario El Carabobeño, que inició solo y luego se fueron sumando más personas.

Hoy, en Ramo Verde, donde está injustamente encarcelado, comparte espacios con gente buenas, asegura su madre. “Son  trabajadores, estudiantes detenidos, con quienes intercambia opiniones y anécdotas”.

Desde el casino, una especie de cafetería que hoy alberga unos 100 detenidos, José Gregorio ve pasar los días en Ramo Verde. Espera su libertad, perdida durante una visita al ente electoral regional, que debería ser sinónimo de democracia




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