A las 5:13 p.m. La Monumental Plaza de Toros de Valencia estaba repleta, en su mayoría, de niños. Más de 30 mil personas aguardaban para disfrutar de las sorpresas que el alcalde de Valencia, Alejandro Marvez, tenía previsto darle a los más pequeños del municipio.

El animador tenía una voz como esas que se escuchan en el circo, los presentes seguían todo lo que él les indicaba, olas, gritos, aplausos, bailes y música. El ambiente era de fiesta, de alegría y los niños ansiaban ver la sorpresa por parte de Marvez. El alcalde llegó a las 5:15 p.m, saludó a todos con su particular manera de ser e indicó que desde hoy comenzaba el plan «Valencia Te Quiero», en donde los niños son los protagonistas y él dará su vida por ellos.

Luego de sus palabras, en las que aseguró que recuperarán los espacios de recreación, alumbrado público y solucionarán el tema del transporte público, invitó a todos a entonar el Himno Nacional, cantado por el presidente fallecido Hugo Chávez para dar apertura al evento.

A las 5:22 p.m la sorpresa cautivó a los niños. Los «enanitos toreros» bailaron y divirtieron al público hasta terminar con una corrida de toros muy particular, pues los toreros estaban disfrazados.

Un toro de pelo negro se mostró mal alimentado, pero aún así hizo su trabajo, hacer reír y distraer a los niños. El show duró poco menos de 10 minutos. Pero no acababa allí, pues en la obra de cinetismo de Carlos Cruz Diez, en la entrada de La Monumental, aguardaba el equipo de la Alcaldía de Valencia con los regalos para los niños.

A las 6:00 p.m, un numeroso grupo de personas se organizaba para recibir los regalos para sus hijos. Una cadena humana del equipo de la Gobernación de Carabobo y la Alcaldía de Valencia resguardaba las mesas de juguetes, junto a efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).

La Policía Nacional Bolivariana y la Policía de Carabobo intentaban organizar a las personas, pero no fue posible. Los organismos de seguridad eran insuficientes para la avalancha de personas que comenzó a correr desesperadamente a las mesas de los juguetes.

Ocurrió que la muchedumbre arrasó con las mesas, las voltearon, las rompieron, mientras las madres intentaban salvar a sus hijos pequeños, sus rostros eran de desesperación y agonía. Los niños corrían buscando refugiarse, algunos se ocultaron debajo de los camiones donde llegaron los juguetes. Empujones y golpes era lo que recibían todos aquellos que se llevaban cajas de juguetes cuando al principio era solo uno por niño.

Las madres se caían con sus hijos, que gritaban desesperados, lloraban aterrorizados, pedían ayuda con gritos desgarradores. Los funcionarios de los cuerpos policiales no pudieron con la avalancha y decidieron lanzar regalos como si fuesen caramelos. Los efectivos de la GNB se fueron, pero antes uno de ellos grababa desde un camión.

Desde La Monumental no dejaban de salir las personas, corrían como si se tratara de salvar sus vidas sin importar qué se encontraran por delante. En el suelo se podían observar cajas rotas, calzados sin su otro par, juguetes destrozados, mesas rotas, y a lo lejos, el carnaval de gente lanzando los regalos destinados para los niños.

En las afueras de la Plaza de Toros los ciudadanos que pasaban se percataron de lo que ocurría y comenzaron a entrar sin control. El equipo organizador del evento desapareció, los organismos de seguridad intentaban controlar desde la entrada y otros seguían con el lanzamiento de los regalos.

Una niña de 3 años y dos varones, uno de dos años y otro de seis, se encontraban extraviados, en resguardo del equipo reporteril de El Carabobeño a la espera de sus padres, hasta que todos decidieron ubicar a los pequeños en el Escudo Nacional para tener como punto de referencia a las personas extraviadas.

El hermoso atardecer pasaba desapercibido, pues todos centraron sus esfuerzos en atrapar los juguetes que lanzaban. Unos cuantos se golpeaban y discutían. La mayoría de los rostros eran de terror y desde las adyacencias de La Monumental, muchos salían con varias cajas caminando o en motos.




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