Esto ya lo he escrito antes, vuelvo a hacerlo con renovadas ganas….

Un resplandor inusual en el naciente anuncia que algo sucederá. Esta es una mañana clara de enero, azul celeste y blanco de nubes limpias sobre el valle verde y ocre que muestra que la estación seca avanza.

Vuelven la ciudadanía a tomar las calles, vienen muchos caminando en sin fin de postas y caravanas en creciente rebelión. Esta vez la convocatoria es distinta, no hay jerarcas políticos que llamen a la marcha, este es un grito de adentro de cada voluntad en rebeldía, de cuerpos golpeados y estómagos vacíos, hoy liberados de dolencias, porque no hay mejor sanación que la que ofrece una causa inspiradora.

Es tiempo de búsqueda en el interior de ser, de registrar esa gaveta cerrada en el alma, aquellas que fueron trancadas por la desesperanza. Allí esta guardada la pasión por el cambio y la transformación. Llueve inspiración de nuevo en el campo de las realizaciones, aumenta, crece, desborda, derrumba los diques que estancaron las aguas de las ganas muertas.

Vuelve el tiempo de aportar lo mejor de cada quien. Sacar la madera fina de nuestro gentilicio, la sabia de nuestra identidad. Esta no puede ser una batalla por la venganza y la retaliaciónporque el odio nubla la vista y oscurece la razón, la liberación de Venezuela es una causa de amor.

Al paso firme y sostenido se suman jóvenes, y otros que no lo son tanto, saludando alegres y prestos al avance. De las casas de la vecindad van saliendo personas de diferentes edades y condiciones. Con sus dignidad intacta enarbolando banderas de esperanza que agitan los pechos henchidos de renovada ilusión.

De pronto voces, gritos y consignas, acompañadas de pitos, cornetas y golpes de metal. Como río crecido de humanidad, un cóctel de emociones y hormonas liberadas hacen saltar pasiones en los espíritus más cautos. Todos hablan, cantan, gritan, se abrazan como en un reencuentro después de una larga ausencia. La calle se ha calentado y va subiendo la temperatura con los sentimientos que arden en los corazones.

Al río tricolor se suman otros colores de mil matices. El macho criollo percibe nuevamente el olor a almizcle y jazmín. Huele a hembra venezolana cuando se entrega y ama con pasión. Afluentes de corriente humana caen de los lados al cauce principal de ciudadanos y la marcha de hace lenta como lento se hace el rio cuando desemboca en el mar.

Vuelve la venezolanidad a emerger, esa identidad hundida en el pecho y perdida en las vísceras. Ahora los espíritus se sienten caminando entre la gente ,se tropiezan entre ellos y ríen. Las almas rotas se suturan con ansias de liberación y deseos desbocados de emancipación. Los amigos se reencuentran, los amantes se emocionan al mirarse. Pero el deseo de querer es otro. Se ama profundo a la tierra, al gentilicio, a la patria.

Regresan a sus casas con la frente en alto. El rostro enrojecido por el sol y la emoción, la voluntad compromete esfuerzos próximos y se inicia una nueva etapa de la causa venezolana que no estará exenta de peligros y acechos. Más el corazón salta y el coraje convoca, la fe crece y las ganas sobran en el cauce desbordado por el torrente de justicia y libertad.

LUCIO HERRERA GUBAIRA.




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