Las cifras confunden. Alejandro lee "2,3" en el anaquel de un supermercado como el precio de un paquete de galletas dulces. Lo agarra y, al meterlo en el carrito de compras, saca una cuenta mental que no entiende porque no sabe si lo que acaba de leer es el monto en bolívares o dólares.
Se va a la caja y pregunta. "En divisas", le responden, y así comenzó a entender la dinámica en ese establecimiento, que es distinta a la de una charcutería a la que entró antes y estaban los precios reflejados en bolívares.
Ese ha sido el principal inconveniente de los carabobeños durante los primeros siete días de la nueva reconversión monetaria. "Es un proceso de adaptación", expresó el presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, Lorenzo Araujo.
Pero para los establecimientos el reto ha sido mayor. Hubo severos retrasos en la actualización de los sistemas informáticos, las cajas, software y, sobre todo, los inventarios.
Aunque no es la primera vez que se enfrenta un proceso monetario de este tipo, Araujo señaló que, en esta oportunidad, el tiempo entre el anuncio oficial y la entrada en vigencia de la medida fue muy corto y por eso hay comercios que aún realizan ajustes en sus sistemas.
Fallas reiterativas
Este año fue mejor para el sector que el anterior, tomando en cuenta que la cuarentena por la COVID-19 fue mucho más estricta en 2020. Pero las fallas eléctricas han jugado en contra de la actividad comercial normal.
Hay casos en los que, aunque no esté el servicio interrumpido, las conexiones con los puntos de venta y plataformas bancarias online no funcionan porque en zonas cercanas de enfrenta un corte eléctrico.
Pese a que desde 2019 la mayoría de los comercios invirtieron en plantas, actualmente con las irregularidades en la distribución de combustible, abastecerlas se hace realmente complejo.
A esto se suma que la misma deficiencia con el suministro de gasolina provoca que los clientes tengan menos posibilidades de acudir a los establecimientos.