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(Foto: Kevin Arteaga González)

Es un drama que no cesa. Luego de más de ocho meses de aguda escasez de gas doméstico y ante la imposibilidad de comprar hornillas eléctricas, en comunidades de Carabobo la leña sigue siendo la única opción que tienen algunas personas para cocinar. Esto obliga a muchos a recorrer varias cuadras con los troncos a cuestas para llevarlos hasta sus viviendas.

Jesús Enrique Rangel vive en el barrio Las Adjuntas de Naguanagua. Los dueños de la casa en la que trabaja habían botado un gran tronco y él se los pidió para llevárselo a una de sus vecinas, quien lo usaría como leña para cocinar. Más de tres cuadras recorrió con el pedazo de madera acuestas en una especie de carretilla.

A él, “por suerte”, le queda una bombona grande llena con la que espera resolver durante un par de meses. Pero en su comunidad, “la situación que se está presentando con el gas es bastante crítica y en vista de ello nos vemos en la necesidad de cocinar en leña y bueno, se sobrevive con lo que se puede”, dijo a El Carabobeño.

Rangel aseguró que en Las Adjuntas todos esperaban que en diciembre llegara un operativo de la gobernación a despachar gas, así como también los prometidos juguetes, perniles y otros alimentos de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Pero todo se quedó en promesas. “Hasta ahora seguimos esperando y no nos ha llegado nada”.

Además de la falta de gas, agregó, también se enfrentan al colapso de otros servicios básicos como el del agua. Recientemente estuvieron al menos tres meses sin recibir ni una gota a través de tuberías, mientras que ahora por lo general les llega en la noche o de madrugada y sin importar la hora deben despertarse a almacenar toda el agua que pueden.

Sin recursos, la leña es la única opción

Más de seis meses tienen los habitantes de las Ciudadela José Matí, en la parroquia Miguel Peña, al sur de Valencia, sin gas doméstico. Según Gaudy Tovar, habitante del sector, actualmente la mayoría se encuentra cocinando a leña debido al peligro y gasto que representa usar los llamados “caracoles” (resistencias eléctricas) para improvisar una cocina.

“Anteriormente cocinábamos en los caracoles o cocinas eléctricas, pero esto representa un peligro para nuestras familias ya que debido a su mala calidad explotan y causan cortocircuitos mientras estamos cocinando”, aseguró Tovar. “La duración de estos caracoles es de aproximadamente 15 días, parecen desechables”.

En promedio, una resistencia eléctrica cuesta hasta cinco dólares, que equivalen a más de ocho millones de bolívares de acuerdo a la tasa de cambio del día. Si deben sustituirse cada 15 días, el gasto total es de 10 dólares mensuales, lo que resulta impagable para muchos en un país en el que el salario mínimo oficial se mantiene en 400 mil bolívares.

“Muchas familias no tienen dinero para comprar cada 15 días un caracol”, señaló Tovar. “Por eso es que muchas madres han optado por cocinar a la leña, algo que también está afectando la salud debido al humo. Necesitamos que nos resuelvan el problema del gas”.

En medio de la crisis generalizada por la que atraviesa Venezuela, las comunidades vulnerables son las que resultan más afectadas. Las posibilidades se reducen cada vez más para quienes viven en la Ciudadela José Matí, donde numerosas familias carecen de recursos económicos para comprar hornillas eléctricas o las medicinas para tratar las afecciones respiratorias causadas por el humo de la leña.

El lunes 11 de enero  la Corporación Gas Drácula, ente adscrito a la Gobernación de Carabobo, anunció el inicio de unas jornadas como parte del “Plan Cayapa” para intentar “superar el involuntario retraso en la distribución de gas doméstico en la entidad, producto de las insuficiencias del insumo en el ámbito nacional”. Hasta ahora han sido beneficiados algunas zonas del sur de Valencia y Carlos Arvelo.

Carabobo depende del Complejo Criogénico de Jose, en Anzoátegui, para poder abastecerse de gas. Es el mismo panorama para el resto del país. Sin embargo, actualmente se produce solo 30 % de lo que se necesita para cubrir la demanda nacional.




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