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(Foto: Kevin Arteaga)

El piso dos del imponente edificio de El Carabobeño volvió a llenarse. Periodistas, compañeros de trabajo y allegados de distintas generaciones, que en algunos casos tenían varios años sin verse, se reencontraron nuevamente este viernes en la sala de redacción para recordar a Alfredo Fermín entre anécdotas e historias que dan fe de una vida consagrada al periodismo, a Valencia y a las amistades sinceras.

Durante la época dorada de El Carabobeño, antes de que saliera de circulación la edición impresa, era común que de forma espontánea se formaran tertulias en la redacción, la mayor parte del tiempo en torno al escritorio de Alfredo. Siempre, como un libro abierto y con una capacidad única para narrar historias, lograba captar la atención de todos. Hoy, a pesar de no estar físicamente presente, lo logró una vez más.

Chocolate oscuro y té negro nunca faltaban en su lugar de trabajo, y en esta tertulia tampoco faltaron. Era su merienda favorita. Todos recuerdan haber acudido más de una vez a su escritorio para solicitarle algún consejo o recomendación y a veces también para pedirle un trozo de chocolate que sacaba de la primera gaveta y amablemente lo compartía.

(Foto: El Carabobeño)

No fue una reunión enmarcada por la tristeza, a pesar de la pérdida irreparable que representa la partida de Alfredo. Aunque hubo lágrimas e inevitable nostalgia, las risas y el dulce sabor que solo dejan los buenos recuerdos predominaron. Fue la celebración de la vida de alguien que por sus genuinos méritos profesionales y su calidad humana, todavía está presente, pues trascendió.

Son innumerables las anécdotas y vivencias que tiene la periodista Beatriz Rojas junto a Alfredo. Durante al menos 30 años fueron compañeros en El Carabobeño. “Para mí Alfredo significaba el hombre al que yo le confiaba muchas cosas y él me confiaba muchas cosas a mí de su vida personal que mucha gente no sabía. Él me aconsejaba y yo lo aconsejaba”.

En cuanto al trabajo, señaló que en muchas ocasiones, cuando le tocaba cubrir alguna pauta de cultura o política, le leía sus textos en busca de recomendaciones, ya que Alfredo manejaba con precisión y agudeza ambas fuentes. Era una amistad consolidada, basada en el respeto mutuo y el compañerismo.

(Foto: Kevin Arteaga)

“Yo siempre estaba admirada por el conocimiento que tenía de la iglesia”, aseguró Rojas. “Me he dado cuenta que he heredado eso y ahora yo hago las cosas de la iglesia. Antes de morir él me dijo: Beatriz, si yo me llego a morir, te voy a dar como herencia el Código de Derecho Canónico que tengo aquí. Te lo llevas”.

Otra de sus grandes compañeras fue la periodista Marlene Piña, con quien durante 25 años compartió pautas no solo en Carabobo, sino incluso fuera del país. Para ella Alfredo fue un aprendizaje constante, un gran maestro y un amigo sincero. “A pesar de que trabajamos en medios distintos y siempre existió el empeño de la primicia, nunca hubo rivalidad”.

Marlene recuerda bien sus sabias palabras respecto al ejercicio periodístico: “no solo es importante el periodismo informativo, también lo es el de interpretación, sin caer en la distorsión”. Reiteró que junto a él pudo aprender de religión, cultura y, sobre todo, del manejo de la fuente política con énfasis en el Consejo Legislativo de Carabobo, cuyas sesiones y debates eran interpretadas por ambos, aunque Alfredo siempre lograba descifrar cuál sería el desarrollo de los acontecimientos durante las discusiones de la Cámara de diputados.

(Foto: Kevin Arteaga)

“Yo le doy gracias a Dios por poner en mi camino a Alfredo Fermín, que fue mi maestro, amigo. Una persona como Alfredo es difícil conseguir. Es único”, dijo. Para Marlene, Alfredo seguirá vivo en cada lugar de Valencia que recorrió como gran defensor del patrimonio histórico: estará en el Teatro Municipal, el Capitolio, la catedral, la calle Colombia, el casco histórico de la ciudad, en la Casa Páez, en la Casa de la Estrella, porque esos eran los sitios que él defendía.

Este viernes el Vaticano anunció la aprobación de la beatificación del “médico de los pobres”, José Gregorio Hernández, una noticia que a Alfredo le hubiese encantado escribir, por su afinidad y amplio conocimiento sobre la fuente religiosa. “Cuando lo supe, lamenté que no haya estado Alfredo para aclarar las dudas sobre los términos de beatificación y santificación”, dijo Luis Alonso Hernández, ex trabajador de El Carabobeño y director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Arturo Michelena (UAM).

“Seguramente ya tendríamos publicado un trabajo especial con todos los detalles sobre la aprobación de la beatificación de José Gregorio Hernández”, agregó Carolina González, jefa de redacción de El Carabobeño. Pero nadie lo dudó: desde donde sea que se encuentre, Alfredo está escribiendo esa noticia.

(Foto: Kevin Arteaga)

Desde otras latitudes fuera de Venezuela también se unieron a la tertulia para recordar a Alfredo Fermín. El veterano reportero gráfico de El Carabobeño, Andrés Galindo, quien se encuentra en Argentina, se conectó a la reunión a través de una llamada vía Whatsapp para contar sus anécdotas. De inmediato recordó una de las más memorables, ocurrida durante la cobertura de la muerte de César Girón, considerado como uno de los más importantes toreros del siglo XX.

Desde Santiago, Chile, se conectó Moisés Hernández, a quien Alfredo le tenía especial afecto. Luego se unió Luis Santiago desde Costa Rica, quien destacó que Fermín, a pesar de no ser un apasionado de la tecnología, era el hipervínculo de la redacción. “Siempre lo recordaré con el navegador saturado de páginas abiertas y a sus espaldas una enorme biblioteca, cuyo contenido se sabía de memoria, pero siempre su redacción vehemente, impecable, denunciante y retadora”.

A la tertulia en la redacción asistieron, además, los periodistas María Alejandra Riego, Alejandro Villalobos, Dayrí Blanco, Mariely Mendoza, Dhameliz Díaz, Darsy Alvarado, Basyl Macías y Edgar Ochoa. Todos compañeros de trabajo y pautas de Alfredo. También estuvo la gerente general de El Carabobeño, Carmen Grillet, y otros miembros del personal administrativo.




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