El periodista Alfredo Fermín. (Foto Archivo)

Ser considerado ícono del periodismo en Carabobo fue una condición que se ganó Alfredo Fermín sin quererlo, pero sus amplios conocimientos en distintas áreas del saber así lo determinaron.

La mañana de este martes 16 de junio de 2020, día de La Santísima Trinidad, falleció a los 75 años en su residencia de la urbanización Santa Cecilia, dejando una inmensa tristeza a quienes lo conocieron.

Alfredo Rafael Fermín González nació el 10 de noviembre de 1944 en Porlamar estado Nueva Esparta. Era hijo de Alejandro Fermín y Carmen González. Su madre lo crió sola junto a sus dos hermanas, por lo que al fallecer, cuando Alfredo tenía once años, fue cobijado por la familia Ordaz Rojas, cuya cabeza Concepción (Concha) pasó a ser su nueva madre y le dio cinco hermanos más.

Alfredo nunca negó sus orígenes humildes por lo que siempre contaba que en Margarita vivía al lado de un burdel y al frente de un basurero, y de allí se desprendían muchas anécdotas. Pero afortunadamente fue a vivir con doña Concha, quien tenía mejor condición económica y lo pudo ayudar.

Fue ella quien lo trajo a Valencia para que lo viera un médico para que lo operara de un aneurisma cerebral que lo aquejaba desde niño. Antes de ser intervenido doña Concha lo llevó a la catedral y le dijo que le pidiera por su salud a la virgen del Socorro. En ese mismo instante nació su devoción por la patrona de Valencia, a quien le rindió tributo hasta el día de su muerte.

Doña Concha también lo motivó para que estudiara periodismo y lo envió a Caracas a hacerlo. En 1971 el joven margariteño egresó de la Universidad Central de Venezuela como parte de la primera promoción de periodistas de esa casa de estudios.

Parte de esa historia fue narrada por Alfredo en el Teatro Municipal el 24 de mayo de 2014, cuando le fue conferido el Doctorado Honoris Causa en Educación por la Universidad de Carabobo. Una ovación recibió Alfredo antes de pronunciar su discurso de orden porque desde el alma le salió “Aaay si me viera mi madre”.

Alfredo estaba feliz el día que aprobaron su doctorado. El secretario de la UC, Pablo Aure, lo llamó para informarle que el Consejo Universitario lo había aprobado. Colgó el teléfono se puso de pie y con una sonrisa nerviosa lo anunció en la redacción de El Carabobeño.

Acto seguido fue a la panadería a comprar unos dulces y jugos para celebrar con sus compañeros el acontecimiento.

SU LLEGADA A EL CARABOBEÑO

A Fermín le encantaba contar historias y por supuesto una de sus preferidas era su llegada a El Carabobeño el 24 de marzo de 1971. Recomendado por Héctor Mujica y Héctor Cipriano Villalobos llegó a la primera sede del diario en la avenida Urdaneta.

Lo anunciaron con el jefe de Información, para ese entonces Salvador Castillo, quien después de varias horas de espera, le hizo una prueba asignándole una nota sobre la celebración del Día Valencia, que era al siguiente día. La hizo y se fue. Al otro día cuando vio su nota en la portada del diario, no cabía de orgullo en el cuerpo, según contó después.

Antes de venir a El Carabobeño, Alfredo junto con uno de sus hermanos compró varios pantalones en Margarita y se puso a venderlos. Cuando doña Concha se enteró el regaño fue de inmediato. “Mire Alfredo yo lo puse a estudiar periodismo para que fuera periodista. Para vender pantalones solo hay que saber leer y escribir. Deje eso y muévase a buscar trabajo como periodista”.

Siempre obediente a la mujer que lo crió logró los contactos para ingresar a la plantilla de El Carabobeño. Después de su prueba fue enviado a la corresponsalía del diario en
Maracay, donde estuvo pocos meses, pues luego Salvador Castillo lo llamó para que se encargara de la fuente universitaria.

Alfredo Fermín sabía de todo porque le apasionaba la lectura. Era conocedor de todos los rituales de la iglesia católica, por lo que siempre pedía reseñar los actos de Semana Santa y demás actividades de la iglesia. Estudió arte en Francia lo que le permitió ser miembro de la Asociación de Críticos de Arte de Venezuela.

Fue presidente del Teatro Municipal de Valencia, lo cual lo mantenía en contacto con la cultura carabobeña. Tuvo un programa de entrevistas en la desaparecida emisora Radio Latina, junto con Pablo José Hernández, llamado Punto de Vista, en donde conversaba con los políticos.

“Hoy y Después en Valencia” era el nombre de su columna dominical en El Carabobeño, donde dedicaba a defender la libertad de expresión, al igual que la ciudad que hizo suya sin haber nacido aquí. Esta columna siempre figuró en las secciones más leídas de El Carabobeño.

Alfredo escribía con especial empeño las crónicas sociales que eran escogidas para conformar la página Gente y Eventos que se publicaba los 31 de diciembre de cada año.
Quienes conocimos a Alfredo podemos dejar constancia de su don de gente, de su desprendimiento económico y de su solidaridad con sus compañeros de trabajo y sus hijos.

A pesar de su condición humilde, siempre pensó en grande. Trabajaba de domingo a domingo para acumular ingresos suficientes, que en los buenos tiempos le permitieron viajar a Europa en varias oportunidades. Siempre contaba que estuvo en el hotel Ritz donde pasó las últimas horas de vida la princesa Diana.

Desde donde estuviera en vacaciones llamaba a El Carabobeño para enterarse de los últimos acontecimientos, pues esa era su familia.

MURIÓ DOS VECES

Alfredo Fermín no solo murió este martes 16, ya lo había hecho el 16 de marzo de 2017 cuando dejó de circular en físico El Carabobeño, porque el gobierno no le vendió más papel.
Cuando se aproximaba la fecha me decía a cada rato “Bea tu crees que nos dejen circular?. Es que yo no quiero escribir en portales, eso no lo lee nadie”.

La depresión lo abrumó, y el día que anunciaron que era un hecho y que el periódico no saldría más, se reclinó sobre su escritorio y lloró un rato. Luego se fue a la panadería a comprar chocolate que era su aliciente en momentos de angustia.

Muy a su pesar escribió unos meses en el portal de El Carabobeño, pero se le presentaron problemas de salud que ameritaron que se quedara en casa.

Alfredo siempre se encargó de escribir los obituarios de la gente que moría en la ciudad, y comentaba “ Quién irá a escribir el mío?”.

Hoy me correspondió hacerlo a mí, aunque con el corazón arrugado porque se fue más que un compañero de trabajo, un hermano con el que compartí 30 años de mi vida profesional. Atento cien por ciento con mi hija Beatriz al igual que con los de otros compañeros de trabajo.

Siempre estaba presto a dar un consejo y a tratar de solucionar los problemas que se presentaban. No guardaba rencores hacia nadie porque practicaba lo que dice el padre nuestro “perdona nuestros pecados como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”.

ACTO VELATORIO

El acto velatorio de nuestro compañero Alfredo Fermín de cumplirá este miércoles 17 de junio en la funeraria Santa Rosa, frente al Parque Negra Hipólita, a partir de las 8:00 a.m. A las 9:00 a.m. el arzobispo de Valencia monseñor Reinaldo Del Prette oficiará una misa por el eterno descanso de su alma y a las 11:00 de la mañana sus restos serán traslalados al cementerio Campo de Paz de San Joaquín, donde será sepultado.

 




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