En una infraestructura que se inició durante la última gestión del alcalde Francisco “Paco” Cabrera y que sería un preescolar modelo, pero cuya construcción nunca ha culminado, funciona la Unidad Educativa Nacional Jose Agustin Ribero, ubicada en la Comunidad de Brisas de Arenales, en el sector El Socorro, al sur de Valencia.
Señala una nota de prensa que los subsiguientes burgomaestres no le han dado continuidad a la edificación por razones que se desconocen. No obstante, la comunidad organizada, desde 2016, junto a un grupo de maestros y profesores, ha tratado de dar respuesta a la necesidad poblacional.
Tanto que se pusieron al día con la permisología ante el Ministerio de Educación, lo que le permitió empezar a funcionar y dar clases desde preescolar hasta sexto grado en dos turnos. De esta forma, pasó a convertirse en un colegio nacional.
Autogestión y donaciones
La directora Ligia Matheus señala que todo con lo que cuentan lo han conseguido gracias la autogestión de los padres, representantes y la comunidad, “con mucho sacrificio y esfuerzo granito a granito”. Incluso con la contribución hecha recientemente por la Base de Investigaciones de la Brigada Contra Hurto y Robo de Vehículos de la PNB, con sede en Bella Florida.
“Muy solidariamente nos han aportado materiales de construcción como cemento, arena, pintura y hasta agua potable, para contribuir con el mejoramiento de este colegio”, dijo la docente.
Se educan con mucho esfuerzo
Comentó que la población estudiantil, de 409 alumnos, están repartidos en dos turnos, mañana y tarde. Los salones donde una gran parte de los estudiantes reciben clases son las oficinas administrativas, con pisos de cemento y algunas paredes rústicas, no tienen puertas y pocas ventanas, lo que aprovecha el hampa para robarles cada vez que puede, llevándose lo poco que tienen.
Sólo poseen dos baños para todos, personal administrativo, obreros y alumnos. Los niños de sexto grado ven sus clases en el exterior del recinto y a la sombra. Ruegan que no llueva. No hay agua potable, hay un pozo o aljibe que está sin terminar al final del terreno, necesitan más pupitres, mesas, pizarrones, armarios, y lo más importante puertas y ventanas para darles más seguridad.
“Esperamos que sigan llegando más donaciones tanto del sector público como del privado, de todas aquellas personas u organizaciones que quieran de todo corazón aportar un poco de esa solidaridad que identifica al pueblo venezolano, para terminar de concluir dos grandes salones a corto plazo de una cantidad de seis en total que nos hacen falta”, concluyó Matheus.
Con nota de prensa.