Como era de esperarse, la resaca del Año Nuevo impidió que la mayoría de los habitantes de Valencia tomara las calles como acostumbra. De hecho, los valencianos prefirieron quedarse en casa antes que salir a hacer las actividades acostumbradas de un día sábado.
La mayor parte de los mercados y establecimientos comerciales permanecieron cerrados, aun cuando hubo algunos expendedores de verduras a los que la experiencia les decía que habría algunos deseosos de conseguir tubérculos y vegetales para el caldo “recomponedor” del 1 de enero.
También hubo uno que otro vendedor informal que decidió probar suerte y vender su mercancía.
La ciudad se quedó dormida
Poco tráfico en las vías, una plaza Bolívar vacía, un bulevar Constitución desierto, una avenida Las Ferias con escasos transeúntes… Así quedó captado por la lente del reportero gráfico Jacinto Oliveros, quien fue de los pocos que salió a hacer un recorrido por la ciudad.
Como contraste, la estación de servicio El Prado sí que lució concurrida, con unos cuantos conductores haciendo cola para cargar gasolina. Además, la brigada ciclista de la Policía de Valencia se desplegó de manera numerosa para hacer su ronda por el casco histórico.
En fin, la marcha y el ajetreo que se vivió los días precedentes, cuando los consumidores se apertrechaban para la reunión del 31, quedó atrás.
Los valencianos se tomaron un merecido y reparador descanso, para empezar a faenar en unas cuantas horas.