Para este 2022 me propuse torear la procrastinación, es decir, el acto de aplazar asuntos, que, si bien son de importancia en nuestras vidas, decidimos dejarlos para después aún cuando contamos con el tiempo y los recursos necesarios para ejecutarlos. Esta especie de autosabotaje en la que incurrimos en algunas etapas de nuestras vidas tiene consecuencias negativas, como, por ejemplo, la congelación de proyectos, ansiedad y fuertes cargas de estrés por no cumplir con tareas pendientes.

Los únicos responsables obviamente somos nosotros mismos. También los únicos que podemos ponerle fin a estas situaciones en las que preferimos destinar horas al ocio y no a la atención de tareas que son de relevancia para el desarrollo personal y profesional, como por ejemplo las tesis de postgrado, ejemplo por excelencia de lo que representa la procrastinación. En algunos casos, nos sentamos a escribir, pero el cerebro indica que requerimos ropa más cómoda. Nos cambiamos. Luego nos provoca ir por algunos bocadillos a la panadería. En ese trayecto, encuentro amigos y charlamos un rato. Cuando volvemos a casa, las dos horas diarias que ameritaba esta actividad se han agotado y empiezan los sentimientos de culpa.

En este contexto, cuando comenzamos un nuevo año y solemos planificar y establecer metas, rescato una frase llena de sabiduría que mi abuela repetía: “el tiempo perdido lo lloran los santos”. En efecto, los minutos, horas y días que transcurren quedan en el pasado, no existe la retroactividad en este sentido, pero pareciera que muchos de nosotros no somos conscientes de la situación. Sin embargo, podemos trabajar en vencer esta especie de boicot del que somos responsables y así vivir un 2022 más productivo y exitoso.

Algunos psicólogos recomiendan visualizar nuestra tarea culminada. Para ello, exhortan dividir el trabajo en pequeños objetivos que podamos cumplir en fechas previamente establecidas. Es importante que escribamos en algún sticker u agenda para que lo recordemos todo el tiempo. La voluntad en estos casos es protagónica y los primeros minutos resultan clave. Un segundo paso, sería identificar las tentaciones que ponen en peligro la meta. Suprimir todo lo que resulte un peligro, incluyendo el uso de Facebook e Instagram, por ejemplo. Haga el ejercicio y contabilice el tiempo que pierde husmeando en redes sociales, cuando lo realmente importante en ese momento es cumplir con la tarea prevista. El autopermiso para trivialidades no está permitido.

Una vez que inicie no se detenga hasta cumplir con los pequeños objetivos en las fechas fijadas. De esta manera nos acercaremos al gran propósito. Recordemos que la planificación es indispensable en esto de evitar procrastinar. Otros estudiosos del tema aconsejan establecer lapsos de trabajo, combinados con pequeños periodos para el descanso. Algunos establecen como óptimo trabajar dos horas y luego descansar 20 minutos. La desconexión por ratos es necesaria y permite dar un respiro al cerebro. Quizá esta administración del tiempo podría resultarle.

En conclusión, podemos vencer la procrastinación. Yo mismo me embarqué en este barco para atender asuntos que iba dejando “para otro momento”. Seguro estoy que nos sentiremos más eficientes, tendremos un mejor año y por ende, emplearemos el tiempo con inteligencia.




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