El 27 de octubre de 2020, la joven Verena García de 16 años habitante de Murcia, España, fue diagnosticada con COVID-19 y desde ese día no ha parado de toser.
Aseguró que -según los especialistas- es una tos espasmódica de cada dos o tres segundos durante las 24 horas del día.
Junto a este detalle, Verena afirmó a medios locales que presenta “muchas más secuelas como mareos o inflamación articular”. Lamentó que aún no hay un diagnóstico claro.
La convulsión continua ya le ha provocado pérdida del oído y de vista. Igualmente, dolores de cabeza y una creciente ansiedad, alimentada durante los siete meses que lleva por la falta de expectativas. Pues, no ha sido sometida a pruebas diagnósticas, por ende, tampoco cuenta con tratamientos efectivos.
“Todos los médicos nos mandan a casa sin proponer pruebas ni exploraciones”, explicó la familia de Verena.
De acuerdo a lo reseñado por El Periódico (España), algunos médicos apuntan a que lo más probable es que su cerebro esté mandando una señal errónea a su cuerpo, aunque nadie les asegura nada y continúan haciéndoles pruebas.
Esta joven afectada por el COVID-19, tan solo es capaz de controlar la tos mientras duerme o bebe agua. Inclusive, el tan solo hecho de comer, es una odisea para ella.
“Tardo cerca de tres horas cada día porque me cuesta masticar con la tos”, acotó. Además, aseguró que, aunque tenga cierto control sobre este síntoma mientras duerme, “muchas noches me desvelo, comienzo a toser y ya es imposible volver a dormirme”.
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