(Foto Ilustrativa)

Felícita Blanco

Muchos tienen miedo, piden que no les tomen fotografías, que no se publiquen sus nombres, pero están indignados por el Operativo de Liberación del Pueblo (OLP) realizado el jueves en El Observatorio (23 de Enero) donde hubo “12 muertos y ni un policía herido, porque no fueron enfrentamientos sino ajusticiamientos, con apoyo de los colectivos que actuaron como “patriotas cooperantes” y “sapos”.

José Alberto Gordillo, mototaxista de 32 años, y su cuñado Heller Morales, albañil, de 34, estaban durmiendo a las 3:00 de la madrugada cuando los oficiales de la PNB derribaron a tubazos la puerta de su casa de dos niveles en el barrio Andrés Eloy Blanco.

Ingresaron violentos, preguntaban dónde están las pistolas, la droga. Unos uniformados, otros civiles encapuchados, a la esposa de Gordillo que tiene 8 meses y medio de embarazo le dieron un puñetazo en el estómago que le sacó el aire, y le gritaron “si no te quedas tranquila te voy a traer a la femenina para que te caiga a golpes. La mujer tuvo que salir del cuarto con su bebé de año y medio casi desnudo. Al sobrino Miguel Edgardo Morales (18), también lo levantaron, lo sacaron de la casa junto con los otros dos hombres y les colocaron las franelas como capuchas.

La suegra de Gordillo sufrió un ACV hace año y medio, aún está en tratamiento y le dio una crisis.

A las 5:30 de la madrugada se llevaron a mujeres y niños en una patrulla para que fueran a declarar en la comisaría, y a mitad de camino les ordenaron que se bajaran en la bomba de La Silsa, para esperar otra unidad. A las 8 de la mañana se dieron cuenta que las habían engañado y retomaron el camino a pie rumbo a su casa.

El callejón estaba bloqueado. Al mediodía les permitieron entrar a su casa,  estaba destrozada, impactos de bala en las paredes, se habían robado la comida, ropas, zapatos, dinero, la lista escolar de la hija de 12 años, toallas sanitarias, papel de baño, pasta dental, perrarina, etc. Desconocían el paradero de los hombres. Unos vecinos revelaron confidencialmente que escucharon a Gordillo pidiendo auxilio, llamando a su esposa porque lo iban a matar.
  
Los cuerpos de Gordillo y Morales fueron encontrados en el Periférico de Catia. Nunca estuvieron presos, no tenían registros policiales.

El taxista Asdrúbal Granados, pese al miedo, se armó de valor y contó su caso. Su hijo Yanderson Andrés Granados Padrón (25) era ayudante de camión de una distribuidora de productos de charcutería, bajó a las 5:30 de la madrugada a trabajar y lo interceptaron en el camino.

Los testigos vieron cuando lo encapucharon con su franela y se lo llevaron para El Tanque. La familia pasó todo el día buscándolo por despachos policiales, comisaría Oeste, La Quebradita, Guaraira Repano (Antígua PM) en Cotiza, San Bernardino, Zona 2 de Catia, La Yaguara, El Helicoide, etc. A las 2:00 de la tarde lo encontraron muerto en el periférico, completamente desnudo, sin celular, sin zapatos, con golpes en el rostro.

Granados aclara que su hijo estuvo preso por atraco, salió hace 5 años, después de pagar la mitad de la pena por estudio, trabajo social y buena conducta. «No era motivo para que lo mataran, me lo ajusticiaron, estoy resteado, voy a enterrar a mi hijo y en mi carro pondré un letrero expresando mi dolor», dijo. 

Víctor Cardozo tampoco se arredra ante el enemigo y jura que buscará la justicia donde sea necesario porque “mi muchacho no era delincuente, no portaba arma de fuego, nunca estuvo preso, no tenía antecedentes, me lo mataron y dijeron que fue un enfrentamiento”.

Jhonary Yeudomar Cardozo Garrido tenía 23 años, vivía en Altavista, Catia, y se quedó en el 23 de Enero en una fiesta. Trabajaba albañilería con su suegro y dejó una hija de un año.

Supuestamente sacaron a las mujeres, las dejaron en La Silsa y mataron a los hombres, fueron seis muertos. Dispararon en las paredes, después llegaron y abrieron huecos para sacar los proyectiles. 

Su padre aclara que le decían “Culebra” desde la primaria, porque era muy flaquito. El señor tiene grabadas en la mente las placas de las patrullas en que andaban los policías: 3P000636 y 3P000623.

«Voy a denunciar en la Fiscalía, en los Derechos Humanos, la muerte de mi hijo no se queda así», expresó. Cuando los hombres fueron llevados al hospital, estaban muertos.




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