A Luis Arroyo, ganador del primer premio de la 68 Bienal Arturo Michelena del Ateneo de Valencia, le preocupa la militarización de la sociedad venezolana porque esto supone el control del cuerpo colectivo sobre la psique individual y aplasta, así, la condición humana con el sueño totalitario de la nación.

—La ideología no es otra cosa que la forma en que el pensamiento sirve al poder. En esta obra, puntualmente, me interesa pensar cómo ese pensamiento puede ser alterado por la voz política inaudible (la energía) de la enfermedad mental. Es un intento por construir una metáfora del poder y del sueño ideológico que es trascendido. Una trascendencia lograda por el orden primario y caótico (animal) de la enfermedad mental, explica el artista triunfador de la más prestigiosa muestra de Arte del país, con una polémica obra.

Luis Arroyo es consultor internacional de comunicación política, asesor del Banco Mundial y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. En España, fue director de Gabinete de Carme Chacón, adjunto de la vicepresidenta de la Vega y de los secretarios de Estado de Comunicación de 2004 y 2007.

La obra, titulada Traje para dos cuerpos o Preparación para teatro públco, según su autor, en una lectura inmediata puede entenderse como una pieza que alude a la representación de los vínculos de identificación entre poder y locura. Se trata del busto de un personaje estilo militar descabezado, sin manos atrapado en una camisa de fuerza.

“El arte contemporáneo crítico no es un medio de comunicación. Las intenciones y la razón de ser estética-ética-política del arte no es comunicacional. Asimismo, el posicionamiento crítico del artista no es (o al menos no debería ser) jamás el de un sujeto que denuncia panfletariamente al poder. Porque el ejercicio crítico del arte no implica denuncia, sino una práctica que intenta, justamente, conducir la mirada hacia el núcleo de aquello que no está a la vista. En este sentido, la importancia que tiene, para mí, el reconocimiento recibido no está asociada a la relevancia del primer premio de un salón histórico (por demás anacrónico, como forma de legitimación). Me interesa porque puede ser una oportunidad para hablar del arte desde las posibilidades reflexivas del arte mismo, ya que el arte puede pensar lo político porque no se concentra en lo contextual político.

En entrevista publicada por el diario El Nacional, de Caracas, Arroyo informó que la escultura forma parte de una instalación compuesta por treinta piezas similares, que lleva por título “Trajes para dos cuerpos”, que son consideraciones de la enfermedad mental como voz política. “Es un trabajo que está enmarcado-dijo- en un espectro amplio, abierto y expansivo de intereses reflexivos acerca de aquello que sostiene la condición humana. Por lo tanto, mis intereses están más asociados a lo espiritual y a lo poético que a otra cosa. Para el mundo el íntimo lugar de las pulsiones de la enfermedad mental se ha hecho uno con el lugar donde se asienta lo obscenamente ideológico. La onda del movimiento de la enfermedad mental funciona en esta obra como un orden de congelamiento o de desaceleración de la producción simbólica del Estado.

—¿De qué manera, lo militar ha abarcado la vida del ciudadano?

—Me preocupa la militarización de la sociedad venezolana en la medida en que este control del cuerpo colectivo supone un control sobre la psique individual y aplasta así la condición humana con el sueño totalitario de la nación.

—¿Por qué orienta su estudio hacia lo político y la ideología?

—La ideología no es otra cosa que la forma en que el pensamiento sirve al poder. En esta obra puntualmente me interesa pensar cómo este puede ser alterado por la voz política inaudible (la energía) de la enfermedad mental. Es un intento por construir una metáfora del poder y del sueño ideológico siendo trascendidos. Una trascendencia lograda por el orden primario y caótico (animal) de la enfermedad mental.

Creo que lo fundamental es que, como sociedad, lleguemos a entender que la historia, como disciplina, es siempre y necesariamente una forma limitada, provisional y arbitraria de construir relatos sobre el pasado y, en consecuencia, sobre el presente y el futuro. En este sentido, la historiografía debería funcionar siempre como el estudio crítico de los relatos históricos, que necesariamente siempre estarán en permanente construcción. La vida y por tanto el arte como práctica espiritual no son apropiables por ninguna narrativa o discurso cerrado. Ni siquiera por las narrativas historiográficas del arte mismo..

Lihie Talmor, quien integró el jurado que concedió los premios acompañada da de Invanva Decán y Alberto Asprino dijo que “el premios Michelena de este año, desde el primer momento, me llamó la atención porque es una obra contundente con la cualidad de que llega a tos espectadores. Personalmente, yo no la interpreto como una obra de carácter político.La concibo como la representación de un poder castrado, reprimido, lo que es una paradoja porque el poder reprime al que lo tiene, al que lo ejerce y a quienes se les aplica. El contraste, además, es evidente porque, cuando se toca la obra, nos encontramos con que la dureza aparente es blanda”.

El palmarés de la 68 Bienal Salón Arturo Michelena es el siguiente:

Luis Arroyo: Premio Arturo Michelena por su obra “Traje para dos cuerpos.(Preparación del Teatro Público)” .

Carlos Quintana: Premio Andrés Pérez Mujica por su obra armas para la tercer aguerra mundial.

María Elena Álvarez: premio Armando Reverón por su obra “Sonora 50.Suite de Laberinto”.

Sabás Martel: premio Antonio Edmundo Monsanto, por su obra El Muro de los Lamentos.

Mauro Nascinbeni: premio Braulio Salazar por su obra “De la serie Paisaje Pluvial, Meandro”.

Jorge García: premio Valencia Press Club de Valencia por su obra “Esquina de Mayantigo”.

Arlette Montilla: reconocimiento de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (Aica). Capítulo Venezuela por su obra “Sin título # 2”.

Robert Montilla: reconocimiento José Enrique López, de la Asociación de Profesores de la Universidad de Carabobo, por su obra: Periferia, de la serie Sociedad de Hojalata.

Francisco Acuña: reconocimiento Luis Enrique Torres Agudo por su obra “Venezuela new philately”.

Los premios, que fueron otorgados por unanimidad, fueron entregados este domingo, a las 11 de la mañana, en el hotel Hesperia, de acuerdo el palmarés que emitió el jurado integrado por Ivanova Decán, Lihie Talmor y Rafael Pereira quien, en el acto de premiación, fue representado por Alberto Asprino.




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