Las redes sociales han permitido visibilizar denuncias que tiempos atrás, no hubiesen tenido el alcance que tuvieron. El Movimiento Mee Too y algunas organizaciones afrodescendientes, por ejemplo, se anotaron varios éxitos usando estas plataformas. Sin embargo, las bondades que ofrecen las tecnologías de comunicación e información deben usarse con absoluta responsabilidad, pues preocupa altamente como personas, aprovechando la efervescencia que provocan determinados casos, empiezan a exponer nombres solo por hacer daño o actuando bajo supuestos que carecen de evidencia.

En este contexto aplaudo a quienes actúan responsablemente y han acudido a las instancias correspondientes a plantear sus experiencias por acoso laboral, sexual, entre otros. Pero también condeno a quienes pretenden manchar a las instituciones en las que hacen -o hicieron- vida académica y laboral, sin que jamás hubiesen expuesto su vivencia a las autoridades universitarias y/o jefes inmediatos. En primera instancia, si se es víctima de cualquier aberración e injustica, usted debe acudir a los directivos correspondientes. Si considera que fue ignorado o ignorada, toda estructura organizativa tiene líneas de mando que debería conocer, de modo que, pueda tocar esas puertas cuando así lo requiera.

Además, si el caso tiene que ver con acoso sexual, no basta con que lo notifique en la Universidad o el trabajo. En ambos escenarios, se inician procesos disciplinarios que culminan con el despido de los involucrados. Si no cumple con estos pasos, me parece bastante inoportuno que después comunique en redes sociales, que no lo hizo “porque creyó en que no se haría nada”, o porque desconocía la oficina. Es necesario que lo haga, sin miedos y obviamente con responsabilidad. En hechos de este tipo, no valen los likes ni las emociones maquilladas.

Es indispensable que usted acuda a la Fiscalía y haga la denuncia correspondiente y que la justicia prosiga con las investigaciones, en especial, en las penosas experiencias en las que se atenta contra la vulnerabilidad de la mujer. No basta con la confianza en el castigo divino, se deben sentar precedentes y que los jueces dicten sentencia.

Usemos entonces las redes sociales con absoluta criterio y responsabilidad. Sigamos los canales regulares a la hora de formalizar denuncias. Siempre encontraremos una mano amiga en el camino, que seguramente nos dará un espaldarazo para seguir adelante en estas cruzadas que se inician para exigir justicia. Pero hagamos las cosas bien. A veces salen a relucir nombres que nada tienen que ver con el asunto, pero los incluyen por “pescar en río revuelto” y enlodar la imagen de gente inocente. Igualmente recordemos el contexto legal en el que actuamos y que somos dueños de todo lo que exponemos públicamente.

 

 

 

 




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