Sara Pacheco
“Somos seres humanos de hierro”, comenzó refiriendo el
sobrino de Nélida Cordero. Junto a su esposo y dos hijos, habitan en Bella
Vista I, calle La Ceiba. El frente de su hogar es un río de aguas negras, el
lado izquierdo una canal donde desemboca esa suciedad.
Desde hace ocho años deben aguantar malos olores, mosquitos
y enfermedades. Uno de los hijos de Cordero nació prematuro, a los seis meses,
por tanto presenta algunas dificultades. No ve por el ojo derecho, sufre de
varices en el estómago y tiene las defensas muy bajas, explicó. Constantemente
deben llevarlo al médico pues ha caído en cama debido a la contaminación. Su
hija es asmática, la nebulización forma parte de su rutina por el fuerte olor a
cloaca.
«Yo soy diabética, me caí y me lastime el pie, narró. A
raíz del ambiente sucio de agua negra la herida se infectó».Cordero perdió
tres dedos del pie derecho. No culpa únicamente al problema en la comunidad
pero si piensa que influyó en su perdida. Igualmente fue picada por dos
mosquitos que estaban altamente contaminados, se le formaron abscesos que
desencadenaron operaciones.
«Esto tiene mucho tiempo. Todos están cansados de
llamar a la alcaldía, gobernación e Hidrocentro. Nadie se encarga»,
expresó Cordero. Una pared de unos 50 metros separa la casa de la canal. Ella y
su familia deben vivir encerrados.
Muchas otras familias son afectadas por el desbordamiento de
cañerías que inunda esta comunidad del sur de Valencia. Vecinos manifestaron su
molestia ante el olvido por parte de los organismos encargados de ayudarlos.
Exigen una solución inmediata, tras ocho años de espera infructuosa.
