Sara Pacheco
Prácticamente en medio de la nada viven Karens Carrizo, Carlos Pérez y sus 3 hijos de 9, 7 y 3 años. Hace aproximadamente 12 años empezaron con un negocio de comida, ideado por la suegra de Karens. El sitio era el indicado para la venta de empanadas a personal de empresas aledañas como Reinca y Clorox. El puesto se ubica en la entrada del sector Colinas de Guacamaya. Diagonal se encuentra el hotel Las Montañas.
El sitio era solo un negocio. Hasta que una noche, sujetos desconocidos ingresaron por el techo, llevándose algunas cosas de valor. En ese momento Karens y su esposo se trataron de mudar pero por diversas razones no pudieron salir. Ahora con 3 niños, 8 años habitando el lugar y la incapacidad de adquirir una vivienda propia, claman auxilio.
No tenemos beneficios por parte de los consejos comunales de La Guacamaya porque no pertenecemos a la comunidad. Lo único en lo que de verdad nos incluyen es en los operativos de Mercal, explicó Karens. Sin embargo, la mayor preocupación para ambos es la inseguridad.
Una habitación autogestionada, completamente cerrada con solo 2 camas, es el espacio para la familia de 5. Lo que era la pequeña cocina del pequeño establecimiento actualmente es su cocina/comedor. El área de recreación y estudio para los niños es una entrada que solo posee rejas. Cuando llega la oscuridad todos se encierran. “A las 6:00p.m empiezan a robar. Esto es oscurísimo. Las compañías alumbraron pero eso lo dañaron los vagos”, expresó.

Karens detalló que muchas veces ha visto como frente a su hogar roban a las personas, pero la impotencia no la deja actuar. “Yo me meto. Es por mis hijos. Me da miedo que en algún momento lleguen a vengarse. Hubo una persecución con la guardia y un ladrón. Era tiro para allá y para acá. No les importó si había niños ni nada. Yo quiero salir de aquí”. La desesperación se nota en sus palabras.
En el quiosco debido a la situación del país cesaron las ventas. Carlos es quien lleva el pan a la casa. Es mesonero en un restaurante de comida china. El trabajo le impide llegar temprano, en ocasiones llega en la madrugada.

Karens se ha movido. Aseguró que ha enviado cartas a varias instituciones, pero no hay respuestas. “Yo nunca he hablado ni conozco a Gloribeth Vásquez pero sé que es la encargada, también sé que le han dado casas a quienes no las necesitan. Me gustaría hablar con el gobernador para que vea mi necesidad”.
El temor se apodera cada día de la familia. La calle frente al quiosco está sin asfalto, pese a que han dado recursos, según Carlos. El consejo comunal amenaza con desalojarlos. Argumentan que nada les pertenece y que necesitan la calle para el operativo de bacheo. 



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