Sara Pacheco

El día empieza arduo para los habitantes del Asentamiento Campesino La Envidia, comunidad cerca de Vía El Paito, al sur de Valencia. El amanecer llega con olor a desperdicios para Ana Puente, quien lleva viviendo cuatro años en un sector que emula un basurero.

Frente a su hogar yacen montones de desechos, arrojados diariamente por residentes de otros sectores cercanos, camiones particulares e incluso vehículos con la identificación de la Gobernación de Carabobo. “Llegó un camión con un cartel que decía «Gobernación» botando de todo. Salí y me puse a discutir con ellos. Les dije que no parecían seres humanos”.

La excusa es que el aseo urbano no transita por la zona, argumento que Ana desmintió. “Yo dejaba mi bolsa de basura acomodada fuera de mi casa y el camión se lo llevaba”. Se trata de una cuestión de consciencia. Sin embargo, debido a la gran acumulación, la ficción se transformó en realidad. El camión ya no pasa. El consejo comunal de la zona tampoco presta mayor apoyo a los vecinos.

El asfalto que nunca llegó

La vía principal de La Envidia es solo para valientes. La irregularidad del terreno es tan grande, que vehículos livianos sucumben ante los huecos y la tierra. De acuerdo a Yaxi Acosta, existió un proyecto que incluía repavimentación y rehabilitación del alumbrado público. Nunca llegó.

Supuestamente la obra se hizo. Se asfaltó hasta un punto pero no continuaron. Según la Gobernación eso está bien, pero todo es mentira, sentenció Acosta. Desde que tiene uso de razón la vía permanece en condiciones deficientes. Todos los días transitan vehículos de carga pesada que agravan el problema.

Oscuridad, sinónimo de inseguridad

Ningún poste de alumbrado público funciona. La oscuridad se ha transformado en un agente clave de la inseguridad. Ana contó que en dos oportunidades delincuentes ingresaron o a su hogar. La primera vez se llevaron su lavadora y bombonas de gas, la segunda vez arremetieron contra los miembros de su familia quitándole pertenencias personales.

Yaxi coincide con la señora de 40 años. “Es nuestro principal problema pero ir a denunciar es caso perdido. Las autoridades no se molestan en venir”. Reclamar a quienes depositan la basura arbitrariamente es también un acto temerario, pues los vecinos se convierten en blanco de amenazas e insultos.




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