En la historia venezolana, figuras como Teresa Carreño, quien brindó un concierto en la Casa Blanca para el presidente Abraham Lincoln, y Arturo Michelena, pintor valenciano galardonado en el «Salón des Artistes Français», han llevado el nombre de Venezuela a lo más alto. Asimismo, la lista de venezolanos exitosos sigue creciendo, con destacados nombres como Carolina Herrera, Edgar Ramírez, Gustavo Dudamel y Yulimar Rojas, entre otros.

Pero hay un venezolano, para ser más específica, un valenciano, que también dio qué hablar nacional e internacionalmente. Me refiero a Aldemaro Romero.

Su padre, Rafael Romero Osío, músico y director de la Banda del Estado Yaracuy, fue quien lo introdujo en el mundo de la música desde una edad temprana. Aldemaro demostró un talento excepcional desde su infancia. A los nueve años, se convirtió en el primer locutor de radio infantil en la emisora «La Voz de Carabobo», donde compartía un espacio con su hermana Rosalía Romero, quien también era una niña talentosa como él.

A los catorce años, Aldemaro y su familia se mudaron a Caracas. A pesar de los intentos de su padre por disuadirlo de seguir una carrera musical, inscribiéndolo en una escuela técnica industrial, Aldemaro no pudo separarse de su piano, una pianola regalo de su abuela, que él transformó en piano y que se convirtió en su fiel compañero y pasión.

Todavía menor de edad, tocaba en locales nocturnos con la orquesta “Sonora Caracas”, mientras paralelamente, tomaba clases con el maestro Moisés Moleiro. Ya a los veinte años, crea su primera orquesta, “Aldemaro Romero y su Orquesta” y lo demás, nos lo sabemos.

Recuerdo que Carlos Moreán, querido amigo y gran músico, siempre hablaba de su admiración por el maestro Romero. Contaba que, cuando Elaiza Romero lo invitaba a su cumpleaños, él, que ya era famoso gracias a su grupo “Los Darts”, iba fascinado pensando que su papá, el maestro Aldemaro, estuviera, como en verdad ocurría. Después fueron grandes aliados y amigos.

En julio de 2005, el «Grupo de Música Popular Latinoamericana de la Universidad de Carabobo» decidió realizar un concierto a beneficio de la gira que harían por Europa en octubre de ese mismo año. Mi hermano Juan Pablo Correa, quien lo dirigía, decidió hacerlo en el Teatro «Alfredo Celis Pérez» e invitó a Aldemaro Romero, quien se presentaría junto a su fiel compañero en la creación de la Onda Nueva, el talentoso Pavo Frank Hernández en la batería y Oscar Galián en el bajo.

Además, los acompañarían dos queridas y destacadas artistas: María Teresa Chacín y María Rivas. Por supuesto, el Grupo de Música Popular Latinoamericana también actuaría. Lo que no me imaginaba era que Juan Pablo invitaría a participar a mi grupo, «Las Brujas y Zuzón», como los teloneros del evento.

Tanto el Grupo de Música Popular Latinoamericana como Las Brujas y Zuzón cantaríamos al menos una canción de Aldemaro y él mismo propuso acompañarnos. Para la programación, nos dimos cita en Caracas, en el estudio de Alí Agüero en La Castellana. Solo fuimos algunos miembros de los grupos y los dos directores. La idea era que el maestro supiera cuáles eran los arreglos de cada grupo y los tonos.

El día del espectáculo le dimos una vuelta a las canciones, acompañados por el maestro, el Pavo Frank y Oscar Galián y, como “Tonta, gafa y boba”, la canción que cantaríamos Las Brujas y Zuzón, yo la sentía “gaiteable”, se me ocurrió tocar la charrasca gaitera, para lo que le pedí autorización a Aldemaro, quien solo me advirtió que la tocara “pasito”. Cada grupo cerraría su actuación con el maestro y su grupo.

Nosotros abrimos el show y, tanto Aldemaro como sus músicos, estaban en el camerino que se les asignó. Y, para nuestra sorpresa, mientras cantábamos, pudimos ver al maestro parado escuchándonos y nos regaló una sonrisa.

Cantar con él y su banda, es de las experiencias más hermosas que hemos vivido, mucho más, cuando al finalizar, se me acercó Aldemaro y me preguntó a quién le pertenecían nuestros arreglos musicales. Le dije que básicamente, a nuestra directora Lucía Montanari y sólo dijo: “¡Genial, la felicito!”.

Volvimos a encontrarnos en julio de 2006, cuando, en el mismo anfiteatro “Celis Pérez”, Aldemaro quiso rendirle homenaje a su ciudad con su “Cantata Valencia 450”, en el año jubilar por los 450 años de fundada.

Una pieza cuya letra son doce de las dieciocho estancias del poema «Canto a Valencia», que José Rafael Pocaterra dedicara a su tierra en sus 400 años en 1955. Fue también un concierto en homenaje a Federico Núñez Corona, con un ensamble de seis coros, dirigido por Aura Marina Ríos. Las solistas fueron las cantantes valencianas Inés Feo La Cruz y Ángeles Ruiz.

Ese mismo año la Universidad de Carabobo le otorgó el Doctorado Honoris Causa y lo celebramos en Monte Serino, la casa de la finca de Antonio Julio “Palo de Agua” González, donde cantamos acompañados por el maestro.

También por esos días, el maestro Aldemaro Romero publicó “La Música de Carabobo”, editado por el Consejo Legislativo del Estado Carabobo y en el que tenemos el honor de aparecer tanto Las Brujas y Zuzón como el Grupo de Música Popular Latinoamericana de la Universidad de Carabobo y sus integrantes.

Aldemaro Romero nos dejó el 15 de septiembre de 2007, sin duda, un valenciano de lujo.

anamariacorrea@gmail.com

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