Por: Luis Cabrera / @salteveneno
El tiempo de ocio es necesario, para descansar, o para invertirlo en esparcimiento, es el tiempo en donde recuperamos fuerzas y alimentamos el espíritu. Para ello, recurrimos a actividades culturales que nos conecten con esa sensibilidad humana por la belleza.
Pero en el arte no todo es belleza, también encontramos manifestaciones propias del horror y la crueldad. ¿Por qué un artista recurre a estos temas? ¿Qué intenta decir a través de su obra?
“El mundo monstruoso que tengo en la cabeza. Pero cómo liberarme y liberarlo sin desgarrarme. Y prefiero mil veces desgarrarme a contenerlo o enterrarlo dentro de mi”. Kafka.
En medio del proceso creativo de cada artista, hay temas que gritan ser atendidos, y algunos transitan en los borrascosos caminos del horror y la crueldad. Sus motivaciones pueden ser muy diversas, claro lo explica José Ovejero: “El autor cruel no busca la evasión sino el encierro del lector consigo mismo. Cegar todas las salidas para que no le quede más remedio que enfrentarse a una determinada situación. Un autor cruel se siente en pie de guerra contra las versiones suavizadas del mundo que esconden su crueldad y que a menudo se usan para legitimar un determinado orden político y moral, el cual a su vez perpetúa otras formas de crueldad”.
La obra se convierte en un depósito de indignación moral, transformándose en un instrumento de denuncia que sacude al espectador, cumpliendo con un axioma de Ovejero en el que “no hay auténtica crueldad sin revelación dolorosa”.
Es mandatorio reflexionar sobre lo que expresa la obra, y lo que llevó a generar ese mensaje. El escritor francés Louis-Ferdinand Céline afirmaba que “todo lo que es interesante sucede en la sombra”.
La fotografía no va a cambiar el mundo, pero nos ayuda a explorarlo para poder repensar lo que conocemos y lo que quisiéramos plantear como humanidad.
