Mock up de un cactus - Luis Cabrera

Por: Luis Cabrera / @salteveneno

El mercado del arte nunca ha sido fácil. Es un ecosistema en el que cada variable representa un aporte marginal: los gustos y preferencias de los coleccionistas, las tendencias (no confundir con la estética), el rol paradigmático de los museos, la venia de los curadores, y ahora las comunidades construidas por medio de las redes sociales, entre otras.

Para la fotografía el reto es mayor. Históricamente las artes plásticas despiertan un mayor interés entre potenciales compradores que el resto de las artes visuales. Se subestima el componente artístico, social, antropológico, y técnico (desde lo morfológico) contenido en un encuadre fotográfico.

Curadores, galeristas y marchantes de arte mantienen contacto con sus clientes, pero poco tiempo le dedican a educar al público general. Este divorcio con la labor formativa permite que alguien con una carrera de dudosa procedencia pero de buen marketing en redes sociales tenga más oportunidad de comercializar su obra que alguien con una trayectoria sólida pero de tímida participación en los entornos digitales.

Bajo esta premisa se premia la charlatanería, y queda relegada la trascendencia del trabajo de importantes exponentes quienes parecen estar condenados a las sombras por su desconexión con los eslabones que les conducen a clientes potenciales.

Resulta contraproducente que se incentive o aliente a los emergentes a caer en esa trampa de verse convertidos en bufones de la doxa, huérfanos de la episteme, en procura de posicionarse en un mercado que pareciera estar condicionado por lo superficial.

La banalidad, la ausencia de discurso fotográfico, la renuncia a la búsqueda de la pervivencia de las propuestas, lo obvio, son solo algunas señales de que estamos frente a un atentado más a nuestro patrimonio visual.

Por eso admiro propuestas como la desarrollada por Iván Mikolji, a la orden de la ciencia, con una trayectoria sólida levantando un inventario de miles de especies de peces en el Orinoco, y recientemente desarrolló un trabajo sobre los titilares (un extraño fenómeno a partir de la refracción de la luz sobre el agua) que despertó el interés de la UNESCO.

Actualmente pueden disfrutar de la exposición de Mikolji “Reflejos y titilares acuáticos” en las instalaciones del Gabinete del Dibujo y de la Estampa de Valencia en la Urb. Santa Cecilia, donde además de disfrutar de sus piezas tendrán la oportunidad de hojear algunos libros en los que se plasman los hallazgos y aportes del fotógrafo a importantes instituciones internacionales, y conectarán con un discurso que promueve la reflexión sobre el conservacionismo.




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