Analogón

Por: Luis Cabrera / @salteveneno

La educación está pasando por un período difícil, de cuestionamientos y quiebre de paradigmas. Se manifiesta en algunas oportunidades una brecha entre estudiante y docente, los códigos se vuelven ajenos. El interés por el proceso de aprendizaje desde ambas partes es el único decodificador.

Los cuestionamientos desde la docencia son múltiples. Y explorar herramientas tecnológicas para apoyar la enseñanza se vuelve mandatorio. La pandemia nos dejó muchas lecciones que seguimos analizando.

Pero no vivimos en un caso aislado, las sociedades alrededor del planeta están sufriendo cambios, y el sistema educativo no es un búnker. El compromiso con la academia, con la docencia, con la enseñanza, nos lleva a replantearnos al punto de intentar conectar al alumno con la necesidad de ser crítico, se le brindan herramientas con las que pueda establecer criterios frente a un contexto algorítmicamente definido por tendencias estériles.

Nelson Garrido, fotógrafo y agitador, en una entrevista para laescuela.art nos da una píldora de cátedra para comprender el momento en el que estamos sumergidos:

“La educación está en crisis en todo el mundo. Empieza con la prohibición del error y el truncamiento de la diversidad, porque todos tienen que llegar a un mismo resultado.

Desde el kínder te castran hacia una sola manera de ver las cosas y eso no puede ser, hay que replantearse la educación como un sistema de libertad, de práctica de individualidades y de diferencias. Así que antes de hablar de cuál es la función, habría que ocuparse de generar personas críticas, que cuestionen al maestro, porque ese concepto hegemónico puede pasar de la escuela al taller y se trata crear una educación que sea práctica de libertad. Les doy un ejemplo que me acompaña y orienta: para mí, lo más importante de mi formación con Cruz-Diez es que no salí haciendo rayitas. Esa es mi noción de un maestro, de una formación crítica, en la que cada quien desarrolla sus expresiones y lenguajes propios, que plantea el problema de la diversidad de la obra desde el principio.”

Las casas de estudio se deben erigir como centros de generación de pensamiento crítico, donde se planteen soluciones, desde donde la sociedad encuentre respuesta a sus incógnitas. El arte y la academia, terreno fértil de ciudadanos con verdadero compromiso colectivo.




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