Dayrí Blanco | @DayriBlanco07

Evitar llorar no es posible para Zuleima Soriano. Es lo que más hace desde el 21 de abril en la noche. Ella escuchó los gritos y vio a su hijo en el piso, lleno de sangre. Ahí comenzaron las lágrimas. Un funcionario de la Policía de Carabobo le había disparado a quemarropa en el intercostal. Ese fue el impacto letal, el último. Antes ya había recibido varios con perdigones. Así fue como Christian Ochoa se convirtió en la segunda víctima de la represión en Carabobo desde que iniciaron las manifestaciones de calle en la entidad el pasado 4 de abril. Su caso es un misterio. La Fiscalía no ha informado sobre el inicio de las investigaciones.

A la madre solo le resta pedir justicia, y lo hace llorando. Ya no tiene a su hijo con ella pero al menos exige ante la sede del Ministerio Público (MP) del estado que los responsables de su muerte paguen. Su esposo intenta consolarla. La acaricia lentamente en el brazo derecho mientras la abraza y la anima a seguir hablando. Le preguntan cómo cambió su vida desde la pérdida de Christian y ella solo tiene fuerzas para decir: “Demasiado”.

El joven fue herido mortalmente justo a un mes de su cumpleaños 22. Fue trasladado de emergencia a la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera a las 6:00 p.m. de ese viernes. De inmediato fue llevado a quirófano donde fue operado para intentar parar la hemorragia. El disparo le destrozó hígado, intestino, páncreas y colon. Lo conectaron a un respirador mecánico. Así fue la última vez que Zuleima vio a su hijo. En esa fría sala, donde Christian respondía a sus palabras apretándole la mano. Al día siguiente murió. Le dio un paro respiratorio.

Eliécer Jiménez es el abogado defensor de la familia. La mañana de este jueves pidió ante la Fiscalía de Derechos Fundamentales un informe sobre la investigación del caso. “El MP no se ha comunicado con la familia. Pedimos que se haga una investigación seria”. Alrededor de 20 funcionarios de la Policía de Carabobo actuaron en la represión la noche del 21 de abril en la urbanización Francisco de Miranda, al sur de Valencia. “Todos deben ser investigados”, exhortó Jiménez.

Christian no participaba en la manifestación cuando le dispararon. Solo se asomó a una cuadra para ver lo que sucedía. Cuando llegaron los funcionarios arremetieron contra todos en el lugar. El joven se arrodilló “pidió clemencia, se puso las manos detrás de la cabeza para que no lo mataran”, relató el abogado. Zuleima se desplomó al escuchar una vez más lo sucedido. “Era mi hijo menor”, dijo entre sollozos al indicar que tiene dos varones de 26 y 23 años.

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Tras la denuncia de Jiménez y la familia, la tarde de este jueves un funcionario presuntamente implicado en su asesinato habría sido presentado en la audiencia de imputados en el Palacio de Justicia de Valencia. Se desconocen detalles. La madre de la víctima quiere saberlos todos. Los necesita. No importa si eso le provoquen más lágrimas, ella ahora solo quiere justicia.




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