Secuestran a María Corina Machado cuando se retiraba de una concentración multitudinaria en Chacao, el 9 de enero pasado. Poco después sale un video publicado en las redes sociales en el que la secuestrada dice que está bien, que sí trataron de detenerla, la persiguieron, pero no pasó nada, solo se le cayó la cartera con sus pertenencias. El video, por cierto, fue montado en las redes por el ministerio de Comunicaciones del régimen, lo cual por definición cuestiona su veracidad, además de que tiene una pinta de IA poco disimulada: María Corina sale en una posición sentada, medio rara, con unos pantalones distintos a los que llevaba en la manifestación y una capucha de caricatura. Al poco rato, el ministro del interior dice que es falsa la información del secuestro y que se trata de una maniobra para esconder la poca gente que asistió a las concentraciones convocadas por la Plataforma Unitaria en todo el país (por cierto que, extrañamente, el ministro mostró en TV la cartera que supuestamente se le cayó a la Sra. Machado). La declaración del Sr. Cabello se contradijo con la evidencia de que asistieron decenas de miles de personas a las manifestaciones de protesta en las principales ciudades del país, según se puede constatar en decenas o centenas de tomas subidas a las redes sociales, y que contrasta con la precaria asistencia de gente del oficialismo a sus sitios de reunión, entre ellos un sarao preparado en Chacao, con música y despliegue de colores y triunfalismo, en donde la gente no alcanzaba ni para un torneo de dominó.
En fin, que del ¿quinto, sexto, decimoprimer? round de esta pelea sin límite de asaltos se puede sacar en claro la nada sorpresiva noticia de que el régimen miente siempre, en todo lo que dice, que el secuestro fue planificado por alguna alta autoridad y ejecutado por la policía nacional, que estaban preparados con un video chimbo de MCM para taparear el arrebato, que aparentemente a mitad de camino otra alta autoridad dio una contraorden para que la soltaran y que todo terminó siendo una chapuza en la que lamentablemente un motorizado fue herido de bala por los esbirros y no se conoce su paradero.
El viernes 10 en horas de la tarde se difundió por las redes una declaración de María Corina en la que explicó varios detalles del hecho. Habló de que fue zarandeada y bajada de la moto en la que circulaba por el distribuidor Altamira, que la llevaban para Boleíta pero poco antes de llegar al destino los policías le dijeron que la iban a soltar y le tomaron unos videos como fe de vida. Al momento de escribir esto ninguno de esos videos ha salido a la luz, pero el régimen tendrá su momento para mostrarlos, o montarlos a su conveniencia. Pero lo más relevante de la historia es el recule del régimen. La contraorden. La evidencia de que el chavismo no anda muy monolítico; de que hay unos que mandan más que otros, y que hay ciertas rayas que no se cruzan, aunque la sargentada haga aspavientos con su medalagana y haya encarcelado a por lo menos 20 personas a raíz de las manifestaciones del jueves, incluyendo a un fundador de la ONG Espacio Público, un expresidente de Fedecámaras y el yerno de Edmundo González.
El final de este cuento es que el régimen se salió con la suya. Por ahora. Ganó el round pero quedó golpeado. En una ceremonia rápida y tempranera, y con la asistencia de los caciques de Cuba y Nicaragua más algunos embajadores y representantes de países como Argelia y de una que otra isla del Caribe, el Sr. Maduro se proclamó presidente de Venezuela: ante una Asamblea dócil que aplaudió de pie y a la vista de quien quiera ver la transmisión, se concretó el golpe de Estado que se anunció el 29 de julio en la madrugada y que ha sido rechazado por más de 80% de la población, diáspora incluida. Con el apoyo del minoritario partido de gobierno, de la más minoritaria “oposición” oficial y del poder de las armas, se voltearon las elecciones y se desconoció la voluntad popular. Pero el régimen se convirtió en fair game, que dicen los anglos, en de facto, si se apela al latín; o en débil y vulnerable, en castellano.