Una nación no es una pieza monolítica, como un bloque sólido de un solo componente. Por su naturaleza es plural. Tiene puntos de contacto y zonas comunes, pero en su seno coexisten expresiones diversas. Para serlo, una nación requiere un tejido que las relacione.

¿Será posible que los venezolanos nos reencontremos en una reconstrucción nacional inclusiva que nos reconcilie reconociendo nuestras diferencias? Esa posibilidad que hoy luce tan cuesta arriba y “come flor” es, sin embargo necesaria. Como todo camino, requiere pasos.

El primero sería “Recomenzar desde la verdad”, como recomienda Francisco en Todos Hermanos, una encíclica que hemos comentado antes. Porque “Reencuentro no significa volver a un momento anterior a los conflictos”.

La clave está en la autenticidad. Una crisis múltiple afecta a la democracia en todas partes, su raíz está en una crisis social. Para restablecer la comunidad política hay que reconstruir la comunidad, lo que amerita un compromiso tenaz, prolongado y sobre todo, sincero. Solo así existirá eso que Maritain llama “amistad cívica” que es el cohesionante en una sociedad naturalmente diversa.De nuevo Francisco, el diálogo para lograrla no implica “homogeneizar la sociedad”.

Víctor Guédez, intelectual venezolano que mucha reflexión ha dedicado al tema en libros, conferencias y clases universitarias, nos dice que “Unidad no es uniformidad ni integración es fusión” y que respeto es siempre respeto a las diferencias. Su “Apología de la diferencia” se basa en el potencial de ésta como fuerza y no como debilidad, porque la diferencia no es la causa de las discordias, sino la pretensión de unanimidad. Y allí nos suelta esta verdad indiscutible: “Si mi realidad no incluye la realidad del otro, no será posible nuestra realidad”.

La inclusión parte de fundamentos éticos. Procurar la coexistencia y civilidad como ecosistema de la solidaridad y la convivencia. Sus propósitos son la comunión y la cooperatividad. Así generaremos un conjunto de interacciones humanas que agregan valor de cooperación y coordinación a la vida cívica. Una ganancia compartida que produce ventajas a todos y a cada uno que es lo que llaman capital social.

La política es uno de los esfuerzos humanos para trascender al egoísmo. En el centenario del Colegio San Ignacio, ha estado en Caracas el superior general de los jesuitas, Arturo Sosa, con razón dice que lo fundamental es “Desarrollar un sentido compartido del bien común”.

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