“La acción política sólo es maniquea en sus grados bajos, y el maniqueísmo tiene el efecto de camuflar el azar y la incertidumbre de la acción” Edgar Morín

El libre albedrío no se desarrolla sino que se despierta cuando hemos adquirido la conciencia; cuando el discernimiento se va ampliando y la voluntad se va fortaleciendo a medida de nuestra evolución y crecimiento emocional. Esto permite aplicar nuestro propio criterio, siempre de acuerdo a lo que nuestra conciencia nos dicta. Pero suele suceder que, al analizar más detenidamente la situación, nos percatamos que las cosas no son tan simples, y que el pensamiento dualista, la reducción a dos opciones, resulta insuficiente. El mundo real normalmente no consiste sólo en blanco y negro, sino en una amplia gama de grises… y con frecuencia, en un arcoíris completo de colores. Somos libres en mente, alma y cuerpo, por lo tanto debemos decidir libremente sobre nuestros pensamientos, sentimientos y actos personales.

Sobre todo, sin maniqueísmos, esa tendencia nociva a interpretar la realidad basándonos en una valoración dicotómica; es decir, en la que sólo existen dos opciones, como podrían ser, bueno o malo, estás conmigo o estás contra mí, eres patriota o eres apátrida, eres de derecha o de izquierda, católico o ateo; héroes y villanos, decentes e indecentes. Ser o no ser. No hay espacio para los matices. Cada uno con su visión. Si no le cuadra lo establecido, es un bicho raro.

No dudamos que la política se hace mediante contrastes donde las diferencias deben acentuarse para poder generar opciones claras de escogencia; como comprendemos que cualquier campaña electoral es terreno abonado para apelar a los sentimientos más que a la razón

Pero el uso o abuso de descalificaciones al adversario asimilándolo a todo lo malo y perverso, se traduce inmediatamente en un empobrecimiento de los argumentos (y más en el caso que ahora nos ocupa, a sabiendas que el VERDADERO ADVERSARIO ESTÁ EN MIRAFLORES) La cívica y necesaria invitación a votar y elegir en la Primaria no tiene por qué convertirse en una innecesaria confrontación entre demócratas y sus seguidores que se irrespeten mutuamente. No es momento para esas jugadas del librito político, entre las que se destaca desprestigiar antes que controvertir. La utilización de ese burdo recurso solo sirve para caricaturizar o satanizar al adversario, apartándose de los valores democráticos y la generación de propuestas propias.

Así las cosas, asumamos que si bien no es tiempo de construir acuerdos políticos sobre la base de silenciar los debates incómodos y borrar de la agenda los temas en que no tenemos acuerdo, es este el momento propicio para destacarse con los discursos políticos con las visiones de Estado. Con esas brillantes ideas, su viabilidad, las propuestas factibles y las reformas que serían necesarias para poder llevarlas a cabo. Esta es una excelente ocasión para demostrar el “Don de gentes” en la política, y la responsabilidad y respeto de los candidatos con los electores.

Lo repetimos de nuevo: Aquí cabemos todos, hay espacio para cada quien y cada quien es importante y necesario para rescatar el país, sus instituciones y su futuro.

Ya para concluir, nos permitimos recordar una reflexión de Friedrich Nietzsche, tal vez a la medida para el tema que ahora nos ocupa: “Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.

Manuel Barreto Hernaiz




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