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Largas y extenuantes. Así son las colas que se forman frente a cada una de las pocas estaciones de servicio que expenden gasolina en la entidad.

La situación es repetitiva. De manera cíclica los conductores deben formarse en extensas filas de vehículos en las adyacencias de cada bomba. No hay más remedio, en el país el suministro del combustible falla con lamentable frecuencia.

La refinería El Palito es hoy solo un reservorio de la cada vez menos gasolina que se importa. La productividad de esta dependencia de Petróleos de Venezuela bajó casi a cero. El llenadero de Yagua está igual.

Pero ahora, la escasez de gandolas para el transporte hizo de las suyas. Muchas estaciones no reciben ni un cargamento diario, que es el mínimo necesario para satisfacer la demanda de los conductores. Ni siquiera el parque automotor venido a menos, por la falta de repuestos y los altos costos de las reparaciones, ha contribuido a que la gasolina rinda. Es una historia sin fin, que relata el destrozo al que se ha sometido al país petrolero, otrora uno de los más ricos y productivos del continente.

En la estación de servicio Bosqueserino, en La Variante, la cola llega casi al distribuidor Naguanagua. Para abastecerse de combustible en la gasolinera El Prado, hay que hacer una cola que inicia en la plaza Santa Rosa. En Bohío, en la Autopista Regional del Centro, hay gasolina pero la cola es de varios kilómetros.

Las estaciones de combustible en Naguanagua han vendido gasolina de manera intermitente. La ubicada en el Fuerte Paramacay es la que más tiene. Las colas superan la cuadra. En la avenida  Valencia es frecuente observar el portón cerrado de la bomba que está llegando a la avenida Universidad. Lo mismo ocurre con la del Vía Veneto.

En Valencia, específicamente en la redoma de Guaparo, se surte con frecuencia, aunque también registra interminables colas. Lo mismo ocurre en el C.C. Shoping Center, La Ceiba y las dos de El Trigal. La estación de la avenida Cuatricentenaria permanecía cerrada, pese a lo cual los conductores aguardan en largas colas con la esperanza de que la gandola llegue.

La situación parece estar lejos de terminar. Sin producción y sin gandolas, el panorama luce desolador.

 

 




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