En física un espejismo es una ilusión óptica de lejanía. En política es una distorsión mental de lo real que produce su representación irreal.

En sector del Estado avanzará efectivamente si quienes dirigen el ejecutivo regional se reducen a gobernar para aprovechar efectos inmediatos.

En tales circunstancias es crucial que la oposición comience a pensar más allá de lo inmediato.

El dilema desconcierta porque nunca antes habíamos tenido tantas urgencias juntas en este Estado.

Y aunque luzca paradójico, el enorme tamaño de lo que hay que reconstruir exige imaginar cómo llegar lo más lejos en esa labor.

Es por ello que necesitamos políticos habituados a los beneficios del pensamiento lento, con voluntad de hacer bien común de calidad y compromiso de contribuir a vivir mejor.

No es un imposible. En varios momentos del pasado y en distintos ámbitos tuvimos en Carabobo, gobernantes regionales y municipales, empresarios, dirigentes sindicales y gremiales, gente de la cultura y la educación, deportistas que hicieron del Estado una referencia nacional.

Hay que devolverle a Carabobo ese sitial y trabajar para rehacer dinamismos, prestigios y aportes suficientes para impactar en los cambios nacionales que el país requiere.

No es una labor para después. Es una responsabilidad que cada uno debe asumir en los lugares donde vive, en las relaciones cotidianas y en el modelaje de una ciudadanía responsable.

Sintéticamente se define a la inteligencia como la capacidad de resolver problemas. Una solución que a veces es rápida y otras consume más tiempo.

Hay que decirle a los dirigentes políticos que importa más la calidad y autenticidad de sus acciones que la velocidad.

No se exige una prisa, a veces más cercana a la viveza, a la maña de subir primero a la tribuna y responder a todo con el mismo mecanismo con el que aprendieron la tabla de multiplicar en la Escuela.

Podría aceptarse que la rapidez de respuesta es una forma de inteligencia si no la arruinara la devoción por conductas pragmáticas como la de creer que Dios premia a quien pica adelante, sin que valga hacia donde se va.

La política del corto plazo no es útil en momentos de crisis cuando hay que concretar el mayor número de esfuerzos para reconstruir un Estado cuya gente intenta sobrevivir tras los espejismos que crea un gobernador que sabe usar el espectáculo.

Características de la conducta de los políticos del corto plazo son la seducción por los inmediatismos, los atajos, los resultados instantáneos y el bombeo de falsas exoectativas. Son maestros del instante y progenitores de la burbuja como metáfora de una política por encima de la gente, con contenidos gaseosos y una fragilidad que nace de engañar el estómago con fantasías.

Ya pagamos un alto costo al reducir de la lucha a esquemas “todo ya”. No volvamos a incurrir en espejismos debido a la rabia, la decepción y la desesperación y al vacío que produce una política remisa a la unidad y sin interés en ganar a los venezolanos que le huyen a los desastres del gobierno y a los fallos de la oposición.

Nuestro primer deber es no resignarnos a permanecer en el hombrillo y defender, como cada cual pueda, el deseo de vivir mejor y convivir en paz.

El esfuerzo principal de una política regional y local debe dirigirse a reconquistar institucionalidad, practicar relaciones democráticas en lo cotidiano, levantar luchas por mejores servicios, defender reivindicaciones cómo la de los maestros y dejar atrás la queja y la indiferencia por los asuntos públicos.

En Carabobo hay que crear entendimientos en torno a una estrategia regional de cambio y poner en movimiento iniciativas para obtener avances políticos y triunfos organizando a la gente y afirmando el uso del voto.

Tenemos la oportunidad de abrir rendijas hacia una transición compartida con las bases oficialistas afectadas por las mismas calamidades.

No esperemos todo de Caracas y comencemos por despertar la inteligencia cívica en los municipios y en el escenario regional.

Lo inmediato y lo urgente es el largo plazo: construir una alianza entre todos los carabobeños que necesitan y desean vivir mejor.

Es desde allí de donde pueden surgir las claves para abrir las compuertas al nuevo Carabobo.




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