Según los expertos, la petrolera estadal venezolana sufre los efectos de años de mala gestión, falta de inversión y mucha corrupción BBC

Decir que no hay gasolina porque las sanciones impiden importar los aditivos es un cinismo increíble de los personeros de este régimen. Esos aditivos se producían en las refinerías venezolanas. Veinte años de “robolución bonita” han servido para que todas las refinerías nacionales estén paralizadas

El diputado José Guerra reiteró que la producción de gasolina y otros derivados del crudo ha caído estrepitosamente en Venezuela a causa de la corrupción chavista que “destrozó las refinerías y ahora quieren culpar a un supuesto bloqueo naval”
Guerra puntualizó que los venezolanos requieren de al menos 150 mil barriles diarios de gasolina para surtir su demanda. Sin embargo, el parlamentario asegura que las interrupciones de las principales refinerías del país solo ofrecen 40 mil barriles diarios.
Todo eso a pesar de que, en situación óptima, Venezuela contaría con la capacidad de procesar más de un millón 300 mil barriles de combustible por día.
Por culpa de varios factores de vieja y nueva data. Las refinerías en Venezuela, todas de propiedad estatal, están casi por completo paralizadas. Las grandes refinerías de Amuay, Cardón, El Palito y Puerto La Cruz sufren graves problemas de mantenimiento, desinversión y ausencia de personal capacitado. Desgraciadamente es común enterarse de accidentes que ocurren en sus instalaciones. Los vínculos históricos con las refinerías de Aruba y Curazao impuestas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sobre Pdvsa desde 2017. parecieran haberse roto el año pasado. También contribuyen la disminución de la producción de crudos livianos y medianos en el país y la ausencia de aditivos para combustibles, que ahora hay que importar en medio de las sanciones económicas.

Cuando se mira hoy las ruinas del Partenón, colgadas de alto de la Acrópolis de Atenas, es difícil imaginar que esos mármoles manchados fueron una vez el pináculo de una civilización que dio los principios de la filosofía, las matemáticas, la lógica y la democracia. Los miles de turistas que visitan el lugar cada año necesitan cerrar los ojos y silenciar los ruidos de la ciudad de la Atenas de hoy para poder imaginar a Pericles dirigiéndose a los atenienses en un día cualquiera.

Aunque la analogía puede parecer pedante para el lector, y probablemente lo sea, mirando las ruinas de lo que queda hoy de Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) es difícil imaginar que, al igual que el Partenón, alguna vez fue el faro de la modernidad de Venezuela. PDVSA fue el más raro de los especímenes: una corporación estatal exitosa y una de las compañías integradas de petróleo y gas más elogiadas.

La elección del año 1998 es arbitraria, pero es relevante porque es el año en el que Hugo Chávez, entonces un oficial retirado del ejército y un golpista fallido, fue elegido como presidente de Venezuela con una mayoría significativa. Se puede argumentar que 1998 fue el último año en el que PDVSA disfrutó de una relativa independencia de la interferencia política y el punto de partida de la pendiente descendente que ha llevado a la empresa a la difícil situación en que se encuentra hoy.

Como resultado del proceso de nacionalización, se creó a PDVSA como una empresa «holding» para administrar y coordinar todas las operaciones relacionadas con el petróleo en Venezuela, que pasaron a manos de filiales operadoras.

En 1975, la industria petrolera venezolana producía 2.346 MBD (miles de barriles diarios), por debajo de su pico de producción de 3.708 MBD en 1970, y las reservas probadas de petróleo crudo eran del orden de 18.390 MMB (millones de barriles). Tenía cuatro grandes refinerías construidas por las compañías petroleras extranjeras durante los años 40 y 50 para procesar petróleos livianos y medianos y que estaban orientadas a satisfacer el mercado de “fuel oil” residual de la costa atlántica de los Estados Unidos, pero que no estaban adecuadas para el cambiante mercado de transporte automotor.

En 1998, la producción de Venezuela fue de 3.279 MBD de petróleo crudo, 170 MBD de GLP (gas líquido de petróleo) y 3.965 MMPCD (millones de pies cúbicos por día) de gas natural, lo que equivale a una producción total de 4.133 MBPD de petróleo equivalente, con unas reservas de 76.108 MMB de petróleo crudo y 146.573 BCF de gas natural, un aumento significativo en comparación con 1975.

Del mismo modo, en 1998, PDVSA tenía una capacidad neta de refinación de petróleo crudo de 3.096 MBPD, de los cuales 1.620 MBD estaban en Venezuela (incluida la Refinería Isla en Curazao), 1.222 MBD en los Estados Unidos y 252 MBD en Europa; esto como resultado de que PDVSA ejecutó con éxito, durante las décadas de los 80 y 90 del siglo XX, la llamada «Estrategia de Internacionalización”. La estrategia giraba alrededor de la adquisición de capacidad de refinación en nuestros principales mercados, con el objetivo de asegurar la colocación de sus crecientes volúmenes de petróleo mediano y pesado. En paralelo, se invirtió fuertemente en Venezuela para transformar el parque de refinación nacional, para así minimizar la producción de “fuel oil” y aumentar la producción de derivados de alta calidad, como demandaba el mercado mundial.

En los años 90, con la bendición del Gobierno de entonces, PDVSA diseñó y ejecutó la «Estrategia de Apertura», diseñando innovadores modelos de negocios que permitirían la participación del capital privado en el desarrollo de proyectos aguas arriba y la participación en la cadena de distribución del mercado interno. Los modelos de negocios así diseñados adoptaron muchas formas: contratos operacionales para campos marginales, contratos de participación en las ganancias para la exploración a riesgo y empresas mixtas para el desarrollo de proyectos integrados para la Faja del Orinoco.

En el año 1998 Petróleos de Venezuela llegó a ser la tercera empresa en el mundo en capacidad de refinación, capaz de procesar 3,3 millones de barriles diarios de petróleo. Por esos años administraba 24 refinerías en todo el mundo, 18 de ellas en el exterior y 6 en el país. Para 2019 solo administra 11 refinerías 6 en el país, 3 en Estados Unidos, y 2 en las islas del Caribe.

Venezuela viene importando gasolina con mayor frecuencia después del accidente que ocurrió en la Refinería de Amuay en 2012, después de febrero de 2019 ha venido disminuyendo la importación de diluyentes y gasolina debido a las sanciones aplicadas de EE. UU. contra el gobierno de Venezuela venia importando 200.000 Barriles diarios, actualmente 2019 viene importando 135.000 B/Día

Los gerentes de PDVSA se formaron en una cultura que perseguía ante todo la excelencia técnica y, en general, estaban mal equipados para ser sensibles a los posibles matices políticos de sus actividades y decisiones. En el argot de la gerencia moderna, PDVSA no era muy hábil en la gestión de su entorno social y político. A su vez, paradójicamente, a la sociedad en general le importaba nada o muy poco entender el negocio de la industria petrolera, siempre y cuando éste produjera suficientes ingresos para que el país los disfrutará.

En Atenas, las ruinas del Partenón dan testimonio de una época dorada. En Venezuela, la posibilidad de progreso que una vez fue su industria petrolera es casi imposible de identificar entre los escombros en un país enmarañado en la agitación política y colapso económico generalizado. Los venezolanos parecen haber olvidado los principios que guiaron sus aspiraciones y sueños durante décadas y hoy se ven obligados a lidiar con un mundo de ilusiones destrozadas.

La producción se vio mermado en los últimos diez años. Luego de la aplicación de una nueva geopolítica petrolera que el Gobierno de turno impuso las bases para salirse del mercado estadounidense y la reducción de sus inversiones en el extranjero a partir de 2006. La producción petrolera inició su declive a partir de 2009 al ubicarse en 2.400.000 b/día que se mantuvo hasta el 2014 entre altibajos, a partir de 2017 la caída de producción fue mayor. Para el mes de mayo de 2019 la OPEP informó que la producción nacional de petróleo estaba en 750.000 B/día (2019) y según el último informe de la OPEP para el mes de septiembre de 2019 el promedio mensual cayó a 680,000 B/día.

Entre las instalaciones en suelo venezolano, destaca como la segunda refinería más grande del mundo: el Complejo Refinador Paraguaná, en el estado Falcón, con una capacidad de procesamiento de 940.000 barriles diarios de crudo, así como las refinerías de Puerto La Cruz, con una capacidad de procesamiento de 200.000 barriles diarios y El Palito, que refina 130.000 barriles diarios.

Veinte años han pasado desde 1998 y muy poco queda de la PDVSA productiva, eficiente y eficaz. Por esta triste realidad los venezolanos debaten entre la tristeza causada por el paraíso perdido y la comprensión de que la utopía era defectuosa y que su pérdida era inevitable. Las empresas estatales son propensas al fracaso, ya sea por ineficiencia o como víctimas de la injerencia política, y PDVSA no fue una excepción

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