“Para encontrar la justicia hay que serle fiel: como todas las divinidades, se manifiesta solamente a quien cree en ella.” Piero Calamandrei.

Hoy escribiré en primera persona, y lo haré posiblemente agobiado o entristecido por lo que siento. Quizá por la impotencia de no poder evitar que sigamos avanzando hacia el abismo, pero lo hago, con la única intención de gritar a todo pulmón cómo veo el panorama nacional.

Creo necesario exponer ante la opinión pública lo que a diario me preguntan en la calle y en mi Universidad de Carabobo, que ha sido el asiento principal de mis quehaceres cotidianos en los últimos años.

Casi toda la vida me he dedicado a la lucha contra el sistema, confieso considerarme como un irreverente. No soy “gobiernero” y me choca la adulancia. Tratare en lo posible de no hablar tanto ni de Maduro ni de Guaidó, pues creo que ellos son  partículas del problema. Me referiré a lo que creo debemos hacer.

Aquí va la receta, la cual será casi personalizada. Una, para los que pretenden que las cosas cambien sin hacer nada y otra, para los que quieran involucrarse en el cambio.
Para los primeros, créanme que nada cambiará si ustedes no se involucran. No se los reprocho, solo se los advierto. No esperen nada, ni de los gobernantes ni tampoco de los que recorren Venezuela pregonando un fulano cese de la usurpación. Eso no ocurrirá. Ese cese será imposible que suceda porque estamos frente a un sistema que hizo
metástasis y no cambiará por las buenas o con frases románticas, ni mucho menos utilizando los mismos métodos que ya hemos demostrado que han fracasado en el pasado. Insisto. Mi intención no es desacreditar a Guaidó, ustedes sacarán sus conclusiones.

Tenemos un sistema que nos acorrala y que prácticamente es el que nos da el libreto de lo que debemos hacer para sobrevivir. No hables, no protestes, no critiques, no luches. Todo te lo doy; o mejor dicho: te doy lo que yo crea pueda darte. Y por otra parte, hay quienes piensan que sentándose a dialogar con quien nos somete, es la vía. Apelan a recordar la historia de otros países, donde fue posible salir de una dictadura mediante el diálogo y las elecciones.

Craso error, comparar a Venezuela con Chile, por ejemplo. Lo de Venezuela es una verdadera organización criminal con poder planetario. No me refiero solo al poder del terror sino al de la corrupción que abraza con sus tentáculos a mucha gente. Demasiado dinero que dobla rodillas, resalta la inmoralidad y abulta riquezas de personalidades. Aquí no diferencio al régimen de la oposición, que en ese rubro comen del mismo plato.

Repito, mi intención no es explicar quién es el tirano ni tampoco quién es el que funge de adversario. O sea, no quiero referirme a los que están “dialogando” en Barbados. Pues bien, les digo a quien crea que esto se solucionará mediante el diálogo pero al mismo tiempo pueden o tienen planes de emigrar en caso de que el dialogo no resulte (que no resultará), hoy quiero manifestarles despojado de cualquier prejuicio, que no duden en preparar sus maletas y no duden en escapar, en huir. ¡Váyanse! Aquí no habrá solución pacífica. Que conste, sé a lo que me expongo. Me lloverán criticas pero quiero ser responsable con quienes creen en mí. No busco aplausos ni loas, solo les hablo
desde el corazón.

Ahora bien. A quienes están claros que los malandros no saldrán dialogando, tengo la necesidad de decirles que sigan a los coherentes, busquen acercamiento con aquellos que no cambian de acera, que lo que dicen guardan relación con lo que hacen. A los perseverantes. Con los que el tiempo les ha dado la razón, o sea, con los que ustedes creen dicen la verdad y no buscan reacomodos ni con el régimen ni tampoco con quienes se anuncian como voceros opositores pero  consideran que con el régimen puede haber un diálogo de cohabitación, aunque ellos hablen de cese de la usurpación.
Es cuestión de tiempo.

La solución, no estará a la vuelta de la esquina. Todavía falta mucho por destruir y exprimir a nuestra amada Venezuela. Esa es la verdad. Hay mucho dinero. Los rojos y enchufados en medio de este despojo de país, están haciendo demasiada plata. Contra el poder económico, el de las mafias, el de las drogas, el de la extorsión, el terrorismo y para usted de contar, la pelea es infinitamente desigual. Imposible vencer a esa entramada estructura  del crimen que además tiene fichas por todas partes, capaces de influir positivamente para que ciudadanos de bien se distraigan apoyando vías o transitando caminos hacia la nada.
Es menester ir conformando bloques ciudadanos que no tengan pensado huir sino resistir (no condeno a quien se va, porque es su legítimo derecho).

Necesitamos de los ciudadanos que se queden como también de los que se van (o se han ido), probablemente desde afuera podrán hacer mucho más que desde adentro. Porque los mensajes que le llegan a la comunidad internacional, hasta ahora, no son los correctos.
Me explico. Lo de la comunidad internacional, es solo un decir, el mensaje debe ser a esos posibles aliados internacionales, donde se les advierta que en Venezuela hay millones de ciudadanos que apuestan a que las cosas cambien, pero no son escuchados. Que la “oposición” no es esa que recorre el mundo hablando de “cese de la usurpación,
gobierno de transición y elecciones libres” sino que hay muchos que están dispuestos a conformar un gobierno de transición y luchar por la reinstitucionalización del país hasta que en algún momento se puedan celebrar elecciones libres.

Aquí, amigos míos, les digo que debemos saber enviar el mensaje para comprometer en esta gesta libertadora a verdaderos aliados. Pasaremos por días duros, muy duros, pero serán necesarios si en realidad queremos recuperar a Venezuela. Hablar de que existe otra manera, es perder el tiempo.

Estamos atravesando por el peor momento de nuestra situación nacional. Vemos como se ha destruido todo y siguen avanzando en su propósito. Amigos, por lo general los «políticos»(bueno esos políticos que abundan por todas partes) deben generar esperanzas, sin importar las mentiras que las mismas conlleven. Para mi eso no es esperanza sino
estafa. Provoca decepción y desencanto cuando nos topamos con la realidad (que siempre llega).

Momento del desenlace

Hoy, casi a media noche del domingo 21 de julio del 2019 les digo como ciudadano y amante de la política (de la política que se practica no para vivir de ella sino, para vivir para ella) me temo que para que llegue ese momento todavía  falta mucho.
El régimen no improvisa ni tampoco aquella parte «opositora» que dialoga en Barbados. Ambos saben lo que están haciendo. Pero la gran mayoría, esa que se esperanza con el «vamos bien» o «dejen al muchacho que tiene buenas intenciones, que solamente  tiene solo 6 meses”, y nos estrujan en la cara a cada rato esa explicación de que no
esperemos que él en tan poco tiempo resuelva lo que anda mal desde
hace 20 años.

El derrocamiento
Les confieso que de esto saldremos, sí y solo si se conforma una organización ciudadana creíble y respetada, con suficiente lobby internacional para implantar un gobierno de fuerza  civil, pero que tenga soporte en una verdadera fuerza militar multinacional mientras
se reinstitucionaliza Venezuela. Para esto habrá que hacer una proclama que establezca los tiempos y las acciones a ejecutar, con el aval y garantía de los aliados, para evitar que se desvíe el propósito inicial del gobierno de transición que emerja, y sea protegido por la
coalición.
Quizá les sorprenda este comentario, pero, con sinceridad, no veo otro distinto.

@pabloaure




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