En medio de un discurso propio de los mandatarios populistas que se apoyan en las bayonetas para sostenerse en el poder, este fin de semana, Nicolás Maduro autorizó un “ajuste sustantivo y necesario” de todas las tablas salariales al personal de la Fuerza Armada. Él siente el malestar de los uniformados, sabe que en los comedores de los cuarteles la comida no alcanza, y con lo poco que ganan, los honestos, que aunque parezca mentira los hay, tampoco pueden llevar comida a sus casas.
Mientras ese aumento se produce por la inconformidad castrense, los trabajadores universitarios siguen pasando las de Caín, porque con las tres lochas que ganan, pueden comprar lo básico. Los militares llegan a los cuarteles, casi todos comen en sus instalaciones, algunos duermen allí e inclusive, el Estado los dota de uniforme, aunque cada vez en menor cantidad y calidad. Eso no sucede con los trabajadores universitarios ni de otros organismos públicos, que tienen que bregar contra todo para trasladarse hasta su sitio de trabajo. Las tristemente famosas “perreras” están de moda. Tal cual ocurrió en Cuba. Los trabajadores se desplazan de un lugar a otro en camiones de estaca, que cuando llueve les colocan un encerado para tratar de no mojarse o, habilitan los camiones cava. Muchos cuentos he escuchado de esos camiones. Los pasajeros cuando se meten cierran la puerta y ocurre un sálvese quien pueda, los roban, porque nadie ve nada.
Me contenta que a los militares les hayan aumentado, aunque si bien es cierto en ese anuncio no se dijo el monto del incremento, de todas maneras ese sueldo dentro de muy poco se convertirá en sal y agua. Y a todas estas, la verdad más tormentosa del país se refleja en el vacío de las aulas, donde antes estaba la algarabía de la juventud, donde se formaban bachilleres y profesionales llenos de sueños, ahora solo queda el silencio de la no presencia.
Universitarios en la indigencia.
La inflación es incalculable, y lo que se gane en bolívares por muy alto que parezca ese sueldo, siempre será insuficiente. Pues bien, a los militares le aumentaron el salario pero a los trabajadores universitarios los mantienen sumergidos en la indigencia. Dura esa palabra, pero la definición de indigencia se corresponde con la realidad del trabajador universitario, bien sea profesor, empleado u obrero. Wikipedia define la indigencia como: ‘el ingreso insuficiente para cubrir una canasta básica de alimentos, vestimenta, etc., para un individuo o un hogar’. Siendo esto así, veamos el siguiente estudio publicado en mayo por el diario El Nacional “El alza de los precios sigue sin freno. La canasta básica de abril llegó a 138.855.712,85 de bolívares. Una familia de 5 miembros necesitó más de 138 salarios mínimos (1.000.000 bolívares) para poder pagarla. Diariamente requirió 4.628.523,76 bolívares para cubrir su costo, según el más reciente informe del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros”.
Les pregunto entonces, los trabajadores universitarios ¿son o no, indigentes? La respuesta a la interrogante salta a la vista de todos. Eso es algo que se repite para todos los trabajadores del sector público y hasta en el privado. Quien gane en bolívares siempre será indigente mientras vivamos bajo este sistema comunista.
Humillación como política de Estado.-
La gran pregunta no es si el sueldo alcanza o no alcanza, el asunto va mucho más allá. Quizá de vez en cuando se nota cuando se anuncian aumentos en el sector militar, pues desde ese mismo instante comienzan las conjeturas. “Que si Maduro está asustado, o fue un ultimátum de tal o cual general” Yo tengo mi propia tesis. Él aumenta a los militares para seguir desmoralizando a los trabajadores universitarios, a los maestros o a los enfermeros. Esa es la realidad. Así funcionan estos tipos de regímenes comunistas, humillan hasta horadar la dignidad ciudadana. Que ni siquiera considera como ciudadanos sino como súbditos o simplemente pueblo amorfo habitante u ocupante de algún lugar.
Luz de una tierra inmortal.-
Siendo esto así, la pregunta es ¿qué le pasa a los universitarios que en todas las épocas y en todo el mundo han sido beligerantes, revolucionarios, irreverentes y por qué no decirlo: “come candela”, pero hoy hemos soportado (me incluyo porque soy trabajador universitario) tantas humillaciones y de manera descarada el régimen nos estruja en la cara el maltrato? Como si fuera insuficiente el castigo con la asfixia presupuestaria, ahora tolera que el hampa destruya nuestras instalaciones, hasta convertirlas en sitios inhóspitos, sin alumbrado ni los insumos necesarios para el ejercicio de la docencia en las distintas áreas del conocimiento. Insisto: el saber es enemigo del tirano. El conocimiento es sinónimo de libertad y a los regímenes despóticos no les conviene tener ciudadanos educados sino aplastados.
Pienso que nos ha faltado sinceridad, humildad y desprendimiento en nuestros planteamientos. Las comunidades siguen apostando a las universidades, no podemos voltear hacia otro lado cuando es a nosotros a quienes nos reclaman.
La Universidad de Carabobo debe hacer honor a su slogan y convertirse en “la luz de una tierra inmortal”. Lo mismo la UCV, ser de verdad verdad la casa que vence las sombras y no la casa opacada por la voluntad de un caudillo que obedece a otras naciones.
Resteados con la UC.-
La semana pasada, nuestra rectora Jessy Divo de Romero hizo una primera convocatoria a la que asistieron todos los gremios sin distingo de ideologías. Esa convocatoria fue un grito a la esperanza. Nos concentramos en el emblemático Arco de Bárbula, esa actividad esperemos sea, el comienzo de una serie de actividades. Así lo dijo claramente nuestra rectora magnifica en medio de cientos de estudiantes, obreros, empleados y profesores. También se hicieron presente luchadores sociales.
Hoy les pido a mis alumnos, a mis colegas profesores a mis compañeros trabajadores de la Universidad de Carabobo, a sus familiares, y también a los de las universidades hermanas que convirtamos ese silencio que nos aturde cuando vemos las aulas vacías, en un grito libertario que recorra cada rincón de Venezuela. Desde luego, hay riesgos, pero serán cada vez menores en la medida que la comunidad vea un camino libertario iluminado desde las universidades. Los sables de Maduro jamás podrán derrotar la inteligencia de los universitarios. El asunto es de estrategia. Con el monstruo nos hemos topado. Si no luchamos ahora, el oscurantismo se apoderará de todo el país. Estamos a tiempo, solo tenemos que actuar con organización, determinación y con coraje.